miércoles, 23 de noviembre de 2011

Cambios

Pasado momento del cambio electoral, he comenzado a fijarme en los cambios que se han operado en Bissau en los últimos días. Las lluvias se han ido sin despedirse, parece que faltó la "lluvia fina que moja los huesos de los difuntos", que claramente debería de haber caído el 1 o 2 de noviembre (no lo hizo), y la escasez de agua este año (quién lo diría) preocupa a la población. Dicen que empezó a llover muy tarde (antes era en mayo, este año se retrasó hasta finales de junio) y que ha llovido poco. Primer cambio: el cambio climático universal.


¿Lo intuís, ahí, a la derecha?
La lluvia se va, pues, y deja paso al polvo. Me hubiera gustado tomar una instantánea de guineenses protegidos por máscaras o pañuelos para que fuerais conscientes de lo molesto que resulta, pero sólo he sacado polvo a través del cristal. La tierra es rojiza y muy volátil, y la falta de asfalto hace que todo Bissau esté a veces entre tinieblas encarnadas. A veces cuesta ver más allá de un palmo, y aún más distinguir a la población que camina por calzadas sin aceras ni espacio para deambular mínimamente protegidos. Parecen espíritus. Lo bueno es que la temperatura baja. O eso dicen. Segundo cambio climático, pero autóctono.

Isi, el día antes de irse
Isi, la perrita adoptada, se marchó al poco de llegar nosotros. He de decir que mi mini schnauzer lo ha agradecido muchísimo, pero los humanos echamos en falta sus ladridos. En una casa sin timbre, era el mejor aviso contra intrusos. Espero que ella nos eche de menos un poco, al menos por el jardín que tenemos. Tercer cambio: volvemos a ser los mismos de antes (en número, en lo demás somos cada día mejores, je)

La casa avanza despacio, olvidé traer una sierra radial para la encimera de la cocina (¿a qué mujer se le puede olvidar eso, eh?) y aquí no es fácil encontrar una. Ni difícil. Llevo buscando casi una semana. Y ya tenemos tele, quiero decir que ya vemos el canal internacional de Televisión española, que es hasta donde llega la tecnología. Ahora habrá que hacer un club de expatriados para que dejen de poner bazofia en horas punta. Odio Águila roja y Amar en tiempos revueltos. He dicho. Cuarto cambio: a veces sabemos qué pasa en España (¿seguro?).


Greta, después de que Isi se fuera
Algunos españoles se van, por fin de contrato o concurso de traslados (semos funcionarios en todas partes) y empezamos con las despedidas. Supongo que en breve (en enero) haremos recibimientos. Quinto cambio: cambio a lo Julio Iglesias: unos que vienen…

Hay un cambio que espero que ocurra, no en Bissau, sino en España, y es que mi madre recupere la movilidad de la mano izquierda, de la que se operó ayer. Creo que quiere empezar el año con mejor mano. Será, a diferencia de los otros, un cambio a todas luces para mejor.

En el gobierno, de momento, las cosas no cambian. Contrariamente a Europa, donde se piensa que mudando de presidente variarán los mercados (con el hambre que tienen, lo dudo), aquí que se mantenga el mismo es toda una proeza y un atisbo de mejoría. Así que el mayor cambio, en Bissau, es que en fondo no ha cambiado nada.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Elecciones

Ayer seguimos de lejos, de muy lejos, las elecciones españolas. El triunfo aplastante del PP y la debacle del PSOE. Asistimos al proceso con la melancolía del que está lejos, pero sobre todo con la indignación del expatriado que, como una gran mayoría de los que andan por el mundo, se ha quedado sin poder ejercer su derecho al voto por alguna razón extraña que no alcanzamos a entender.

En la reunión para hacer el seguimiento de los resultados electorales hubo un denominador común: esta democracia española está coja, pero muy coja. Mal funciona una conciencia democrática si el gobierno de un país no vela porque todos sus ciudadanos puedan votar. Otras reivindicaciones comunes fueron la necesidad de reformar el sistema electoral, pedir las famosas listas abiertas y, de una vez, que a cada persona le corresponda un voto. Ya está bien de maquillajes y jueguecitos. Todos, ciudadanos normales y políticos de turno, necesitamos tener las mismas oportunidades, y eso significa también acceder de forma igualitaria al derecho democrático.

Dicho esto, ahora nos queda la inmensa incertidumbre de lo que queda por venir. Habrá que hacerse fuertes y aguantar el embate. Que será fuerte.