miércoles, 30 de noviembre de 2011

Compás de espera

Desde hace unos días se viene hablando en Bissau de la salud (o la falta de salud) del presidente de la República, Malam Bacai Sanha. Fue hospitalizado en Dakar hace seis días y de allí partió al hospital militar de Val-de-Grâce, en París. Esa noticia no ha sido nada prometedora. Como ya dije una vez, lo mejor que le puede pasar a este país es que no pase nada.
A raíz de su ingreso parece que todo el mundo va tomando posiciones, hay destituciones y viajes no programados, y el Ejército está silencioso en sus cuarteles, lo cual no parece buena señal. Tanto por nuestra seguridad como por el bien del país, la estabilidad era atisbo de mejoría; incluso favorecía la llegada de ayuda internacional. Ahora, sin embargo, la posible muerte del Presidente hace crecer el miedo a un nuevo golpe de Estado, y con él llegaría el fin de una pequeña época dorada y Guinea-Bissau retrocedería hasta 2009.
No voy a negar que la incertidumbre de un golpe de Estado me atosiga, y que me inquieto por mí y por mi familia. Pero también me da pena pensar que el egoísmo de políticos y militares que velan por sus intereses principlamente y que son acusados de corrupción desde algunas instancias, pueda impedir el avance de un país cuyo futuro podría ser muy prometedor dada su riqueza natural, la belleza de su paisaje y la amabilidad de su gente. Que haya dirigentes que no vean más allá del momento presente.

Si fueran capaces de avanzar hacia una democracia real, asegurarían, tanto los políticos como los militares y sus descendientes, una vida mucho mejor, incluso dentro de Bissau. En Europa, la mayoría de los ricos ricos aspira a vivir lujosamente en su tierra. En este país, la gente sueña con tener dinero para marchar a gastarlo en el extranjero y vive en esta tierra que ama poderosamente pero con las estrecheces que conllevan la ausencia de agua corriente, higiene y sanidad, carencias que afectan tanto a ricos como a pobres.

No quiero que suene todo esto a lamento. Ya sabremos qué pasa, y probablemente en poco tiempo. Me gustaría pensar que, como se ha dicho en los últimos meses, el país evoluciona hacia un mayor desarrollo y una mayor estabilidad. Pero si esta reflexión sirviera para que, venga quien venga después, convirtiera en ejes del nuevo gobierno la educación y la salud, la vida en Guinea-Bissau daría un giro vertiginoso y se convertiría en un reflejo del paraíso.