miércoles, 25 de abril de 2012

En tierra

El primer vuelo de la TAP hacia Bissau tuvo lugar el lunes. Fue un vuelo anómalo, en un horario inusual y en una fecha insólita (que no inédita). Yo me quedé en tierra. Nadie aseguraba que ese viaje de ida tuviera pasaje de vuelta, y mis compromisos en España me obligaron a renunciar al viaje.

Deseaba ver a la gente de allí, comprobar cómo está el país y colaborar a la normalización siguiendo con nuestra vida. Y, por supuesto, encontrarme con las perritas, que han quedado abandonadas casi un mes (sé que los guardas las cuidan bien). Sin embargo, me he visto diciendo adiós en mi marido en el aeropuerto y volviendo a casa sola. No me quejo, es lo que toca, y he vivido sola el tiempo suficiente como para aprovechar el tiempo y sacarle partido a estos días ordenando, decorando y tirando cosas. Y viajando.

De Bissau me llegan noticias inquietantes: la vida allí es bastante normal dentro de lo que cabe, pero viven sin gobierno y se teme que comiencen las carencias no tardando mucho. Además, no se llega a ningún acuerdo para formar un gobierno y la intervención militar, aún no decidida, parece ganar puntos en este desconcierto. Hay miedo a que la gente, cuando llegue primero de mes, no cobre sus sueldos y comiencen verdaderamente el hambre y los pillajes. Urge encontrar una solución que por momentos se aleja.

Mientras todo eso pasa, aquí los días fluyen casi corren y el tiempo de regresar se acerca. Espero-deseo que pueda por fin viajar el día 4 de mayo y encontrar la casa y la gente en las mismas condiciones en que las dejé. Con un poco de esperanza.