lunes, 8 de julio de 2013
Y agua
La lluvia ha llegado finalmente con casi un mes de retraso, y como suele ocurrir en estos casos está intentando compensar todo lo que no había llovido hasta ahora. Desde el viernes las tormentas se han ido sucediendo con mayor fuerza cada vez y ayer y hoy ya brama y refunfuña durante horas en cuanto empieza a caer la tarde.
Es curioso cómo el atardecer convoca las fuerzas de la naturaleza y evoca en mí, por alguna razón que desconozco, esa vieja explicación que le damos a los alumnos los profesores de literatura en la que hablamos de las últimas horas de la tarde como las horas “brujas” para la creación. Supongo que los colores, el cansancio, las alegrías y frustraciones del día se evalúan al acabar la jornada y la revisión de la vida y los sentimientos libera el sentimiento creador. Si a todo eso le añadimos una tempestad tropical, con vientos fortísimos que cargan los cuerpos de energía, relámpagos que atraviesan la ciudad de un lado a otro y oleadas de agua que lo inundan todo, la imaginación vuela con más fuerza.
Yo, como soy blanca, no salgo de casa. Pero hoy que me he quedado sola, escribiendo esta entrada sonrío pensando en la celebración del agua que seguramente habrá fuera, en los barrios. Durante los momentos de más fuerza de la tormenta el tráfico se detiene –no se ve nada de nada, es necesario- y las personas toman la calle para bañarse, pasear, jugar… Vuelven a casa exahustas, liberadas. Sonrío y las envidio; y como ser híper civilizado que soy, pienso en lo maravilloso que sería ahora, cuando amaina y ruge el cielo sordamente, salir a una terraza y tomar uno de los famosos gin-tonic de Bissau, ésos que llevan hielos hechos con agua de potabilidad dudosa y limas del país, Beefeater si hay suerte y a veces Bombaiy Sapphire, pero en otras ocasiones Larios o ginebra de marca desconocida y tónica Schweppes normal y corriente importada de países árabes, y que saben mejor que los mejores combinados de los países civilizados. Disfrutar de la bebida y relajarme.
Siempre me prometo que antes de dejar Bissau me iré a la calle a bailar y mojarme, al fin y al cabo lo peor que puedo coger es un catarro y eso ya el aire acondicionado lo proporciona dentro de casa.
Bailar bajo el agua y cazar un relámpago inmenso con la cámara de fotos. Supongo que al final no lo haré. O sí. Vaya usted a saber.
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