Dado el caos español y el que hay en Bissau, y por razones imprevistas, el domingo pasado cogí un avión y aterricé en España con un programa más que ajustado y, evidentemente, imposible de cumplir. Lo primero que percibí es que el cuerpo se ha hecho a fuera y se extraña mucho el retorno. Luego, y durante dos días, todo han sido sensaciones extrañas.
El viaje hacia Ávila para atar cabos me llevó por el hermoso camino de la Cruz Verde. Me entristeció mucho ver el paisaje quemado por el devastador incendio de este verano, seguramente fruto del abandono y la especulación, y el terrible trabajo de "recuperación" de la zona. Ya viví eso en San Lorenzo de El Escorial, cuando se quemó parte del monte que ahora es una hermosa zona urbanizada con un parquecito en el medio para parecer que conservan la naturaleza. Las máquinas que talaron y arrastraron los troncos quemados eliminaron todos los árboles y arbustos que, por generación espontánea, comenzaban a brotar y hubieran dado lugar a un bosque natural. Los pinos, nacidos al eclosionar los frutos por acción del calor, dan rápidamente retoños que se aplastan al arrastrar los troncos para, después, plantar árboles de vivero. Una obra de arte.
Otro aspecto negativo a mi llegada fue el pesimismo que rodea la vida en España. Ni en Bissau, ahora sí dentro de un verdadero régimen militar, el ambiente es tan sombrío. Y siempre el discurso desviado hacia detalles no superficiales pero sí egoístas y dogmáticos. No digo más. En dos días acabé hasta el moño de política y de posiciones ideológicas poco racionales.
Pero en positivo hay mucho: los colores del otoño aún están aquí y son tan hermosos... los montes verdes, rojizos y ocres, el reencuentro con los amigos, ver a mis sobrinos (todos, y ella) tan mayores y tan guapos!!! Los abrigos, el frío en la cara cuando paseo...
La vida aquí es deslumbrante -excesiva luz- y cegadora. Tenemos demasiado y no me da tiempo a verlo todo. Me queda poco tiempo y no doy abasto. A ratos, me quedo extasiada delante de la tele. Otras, sólo dejo que pase el tiempo. En unos días volveré a Bissau, a la locura que tienen montada. Lo cierto es que me da pena que anden tan alborotados. Yo vuelvo con gusto y disfruto del país, y pienso que con tanto como tenemos aquí, es imposible comprenderlos y ayudarlos. No es posible. Y por ello deberíamos dejar de intervenir tanto y aportar algo positivo. Yo, con tantas sensaciones, llevo equipaje para discutir un rato. Y para ayudar si es posible.