Este año, para variar, nos ha entrado algo de agobio tal que "mira que no salimos nunca de aquí" y nos hemos propuesto hacer algunas excursiones para terminar de ver, al menos, lo visible de este país antes de que lleguen las vacas flacas (que están al caer). Ese sentimiento y la decisión de hacer algunos viajes menos a España con el fin de ahorrar un poco nos han impulsado a viajar hacia Senegal buscando el mar, la variedad y los precios ajustados.
De Bissau a Cap Skirring hay algo más de tres horas y media, dependiendo del tiempo que lleve pasar las fronteras y la necesidad de hacer alguna parada extra más. Es un lugar de turismo habitual de franceses y belgas, que viajan a la ex-colonia en temporada seca (de noviembre a mayo) buscando playa, sol, buenos precios y algún exotismo más. El resultado es una población pequeña llena de tiendas de artesanía, de hoteles, bungalows y apartamentos, de restaurantes y barecitos donde comer bien de forma económica: carpaccios, platos franceses, ensaladas variadas y postres y helados deliciosos; además, cerveza senegalesa (buena la Flag) y alguna belga. Ah! y vino. Francés casi todo, claro.
Nosotros hemos ido en temporada baja, lo que hace que la mayor parte de los establecimientos estén cerrados, incluidos alguno que otro muy lujoso donde alojarse sería un exceso pero da gusto comer. La diferencia de oferta y calidad entre dos lugares tan cercanos radica en la exigencia del turismo: mayor higiene, servicio esmerado, alimentos de calidad y más variedad, porque Senegal está mucho más surtido que nuestro país. Además, hay competencia, y eso es bueno para los viajeros, porque obliga a mejorar los servicios. Muchos de los expatriados y guineenses de pro viajan a este lugar para descansar y comprar productos que en Bissau escasean o no existen. Los más aventureros viajan hasta Banjul, en Gambia (es sólo una hora más) y además de encontrar un turismo de lujo, casi de resort, compran electrodomésticos o llevan los animales al veterinario para tratamientos, castraciones, etc.
A lo iba de Cap. Para nosostros, el mayor lujo que tiene son las playas. No voy a decir que sean las más hermosas del mundo, el agua no es transparente -en absoluto- y la arena no es blanquísima. Las olas baten con fuerza y es peligroso bañarse (con marea baja hay rayas) y alejarse de la orilla. La razón: es mar abierto, no hay barreras de coral que protejan las costas y casi cualquier bicho puede llegar a la orilla. Pueden encontrarse muertos peces globo o jóvenes delfines. Los pescadores, desde la arena, capturan pequeños escualos.
Entonces, ¿cuál es el lujo? Cielos recién estrenados, limpísimos, brisa marina constante que te libera del calor y de la mayor parte de los insectos (de las hormigas no, claro) y cientos de quilómetros de playa libre para pasear, sólo compartida con perros y vacas, y los nativos que por las tardes y a primera hora de la mañana acuden a hacer deporte y a jugar al fútbol.
Tuvimos tres días de descanso continuado: largos paseos con las perritas, que esta vez vinieron con nosotros y al principio parecían oxidadas, lectura, comidas tranquilas... ¡Hacía tanto que no caminábamos horas! Y amenas charlas con amigos y conocidos residentes en Bissau en un entorno familiar y algo bohemio. No se puede pedir más por cuarenta euros la noche.