viernes, 6 de julio de 2012

Un descanso (o el abandono de la tecnología)

Me di cuenta ayer de que hacía muchísimo tiempo que no escribía nada en el blog. Durante los últimos dos meses he estado entre África y España, viajando casi cada dos semanas por motivos de trabajo, con el corazón "partío" entre la familia que quedaba allí y las obligaciones y familia que hay aquí. Finalmente estamos en España los dos, mi marido y yo, añorando a las perritas y sacándonos del cuerpo la humedad.

Estos días en nuestro país me han alejado del ordenador. Llevaba tanto tiempo pegado a él que creo que necesitaba también unas vacaciones de informática. Hasta mi señor esposo ha abandonado la costumbre de abrir y cerrar el bicho informático como un ritual de supervivencia.

Hemos cambiando los correos electrónicos, blogs, páginas web, noticias on line y demás parafernalia por paseos, cenitas y comiditas, viajes, reuniones con los amigos... un cambio muy productivo. Sustituimos las conexiones por conversaciones y no ha estado nada mal. He descubierto que añoro las almejas, y como las gallegas y asturianas nada, ¿eh?, fíjate tú, algo tan simple. Y que mi pareja me ha abandonado por una Harley Davidson y algunas cervezas. Lo que son las cosas.

En este tiempo de silencio han pasado, además, muchas cosas. En Bissau se casó una amiga, a la que acompañamos en ese día como parte de la familia de expatriados que somos (ya contaré más de su boda, muy entrañable), aprendimos a sacar sangre a la perritas -¡pobres!- para traerla a España a analizar (necesitamos un visto bueno europeo para traerlas de vuelta), hubo una recepción en la Embajada a la colonia española por la onomástica del rey, nos anularon el vuelo por falta de combustible, la selección fue campeona de Europa... Tendríais que haber visto la de mensajes y llamadas que llegaron de aquellas tierras. Lo normal por esos lares.

Ahora, acabando los días de descanso, que han sido pocos, empezamos a preparar la vuelta: comida para sobrevivir, pienso para las perras, camisetas de la selección para medio Bissau (es lo que tiene ganar una copa) y probablemente algunas botas de fútbol y balones para los vecinos. Un ventilador... No sé si cabrá todo en las maletas. Llevamos también las inquietudes de costumbre: ¿habrá luz o encontraremos la comida que quedó estropeada? ¿estarán bien las perras? ¿habrá vuelo regular?

A ésas, y otras cuestiones, daré respuesta en el próximo capítulo.