sábado, 25 de febrero de 2012

Un latido apenas

Los carnavales de Bissau han pasado, una vez más, entre la expectación de la comunidad internacional, fascinada por su fuerte contenido étnico, y la alegría de los guineenses, que esperan un año entero para celebrar la que es la fiesta más importante de todas las que se celebran en el país. Los desfiles estuvieron plagados de danzas y trajes tradicionales, discursos reivindicativos y conciliadores y dramatizaciones que ensalzaban al presidente muerto y que exhortaban a la paz y el desarrollo. Ése era el lema de este Carnaval: por la paz y el “desenvolvimento”. Los hombres portaban sobre los hombros “máscaras”, que son especies de ninots  de papel maché, con figuras alegóricas de la historia del país: militares, escuelas, escenas del trabajo diario, y centro de todo el fallecido Malam Bacai como ejemplo de conciliación.


Bailes y ropas étnicas (foto Cuba diplomática)

Importancia especial se dio  a las mujeres y a los niños, recurso muy habitual en los alegatos a favor de la evoulción. Mujeres que buscan la paz para sus hijos y niños que quieren escuela y comida.
La mayoría de las grandes celebraciones en estos países tiene una finalidad pedagógica. Dado el alto índice de analfabetismo, la única manera de  instruir e ir introduciendo cambios sociales (por ejemplo, ahora la lucha contra la ablación) es a través de los actos multitudinarios, los discursos aleccionadores y pequeñas improvisaciones teatrales que muestran la crueldad de unos actos y la bondad de otros. Este año fue especialmente  aclamada la representación de Bolama, en la que unos hombres vestidos de militares realizaban tropelías y asesinatos y unas mujeres vestidas como palomas de la paz conseguían hacerlos danzar con ellas.

Por debajo de la arenga carnavalística, el festejo del pueblo se reparte entre las barracas, que permanecerán abiertas aún unas semanas, y los bares y discotecas nocturnos. De la grandilocuencia de los gestos diurnos a los movimientos sinuosos de la noche; de la “lutta” al encuentro. La gente del país baila al compás de ritmos africanos, brasileños y europeos. Es hermoso verlos moverse en parejas, en movimientos leves de caderas que se juntan y se separan, en oleadas que los llevan a permanecer en el sitio, marcando con sus cuerpos un latido apenas, el vaivén constante del ritmo de la vida.

jueves, 23 de febrero de 2012

Kontentor

Mirando el otro día en internet una página de viviendas prefabricadas, encontré una imagen de módulos para viviendas y negocios que se parecía -salvando las evidentes diferencias- horriblemente a un contenedor de esos que se utilizan para hacer transportes. La similitud fue más curiosa porque aquí en Bissau su uso (el de los contenedores, claro) en ocasiones es también el de vivienda, aunque se extiende más allá.

Es famoso, por ejemplo, el Kontentor de Toni, situado en el cruce de Santa Lucía con Luanda (dos barrios de la capital) y que es uno de los bares locales más conocido. El de convertirse en núcleo de un bar o restaurante es uno de los usos más frecuentes de estos módulos metálicos. Ponga usted un kontentor, ábrale una gran ventana en un lateral, píntelo de un color bonito o, si tiene pasta o imaginación, fórrelo de madera, bambú o padja, ponga a su alrededor un cercado y cuatro árboles de sombra, o, mejor aún, un techado tradicional, una barbacoa y tendrá un bar-restaurante de lo más “in”. Sin ir más lejos, el aclamado como mejor restaurante, el Don Bifana, es una encantadora mixtura de una construcción en la que se aloja la cocina, una zona techada con ventiladores donde están las mesas, un espacio ajardinado por el que pasea una hermosa grulla y un contenedor bien forrado que aloja el bar.
Éste está pintado y no muy nítido, pero podéis haceros a la idea

Otro de los usos más típicos es el de guarda-muebles; cada parcela de terreno con casa abandonada o a media construcción, incluso cada parcela sin construir que tiene propietario, tiene un contenedor, más o menos grande, que conserva muebles, elementos de construcción y otros enseres de sus dueños. Antes pensaba que estaban abandonados, hasta que vi la fiesta de apertura de uno de ellos, situado junto a una bonita casa rosa que está en reparación.

Pero, sin duda, el más frecuente uso de los kontentores guineenses es el de tienda. El sistema de apertura de ventana lateral es el mismo de los bares, sólo que no se pintan, sino que mantienen su color original mayoritariamente. Los más afortunados tienen luz eléctrica; los menos, linternas led de tamaño gigante. Cuando llega la hora de cerrar, sólo hay que bajar la tapa, candar la puerta y listo.

Realmente no son muy estéticos ni muy frescos para estas latitudes, pero sí facilitan enormemente la aparición de locales que, de otro modo, precisarían una engorrosa y, para muchos, costosa edificación. Es un ejemplo de reciclaje magnífico, aunque su estética podría ser mejorable. En fin, que si no puede usted costearse un módulo divino, ponga un contenedor en su vida. Y si quiere ampliar la casa, o el negocio, ponga dos. Con aire acondicionado o calefacción, según viva en África tropical o Europa heladora. Al final, seguro que el ejemplo, en estos tiempos de crisis, cunde.