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Eva. Al fondo, Isnabá |
Bafón tiene diez hijos. ¡Por ahora! Nosotros no somos conscientes de todos ellos, porque los mayores sólo están aquí intermitentemente. Creo que tiene dos mujeres y un varón que están casi emancipados. En la casa de Bissau, en los últimos tiempos, viven de forma habitual los otros siete, cuatro chicas y tres chicos. Por orden creo que son Esther, Tami, Elías, Teresa, Eva, Isnabá y Jelsson. Las edades van desde los dieciséis (más o menos) a los dos años. He de decir que entre Isnabá y Jelsson la diferencia es grande.
De la tropa, pues, de chiquillos que pasan temporadas solos en la casa a la que más conocemos es a Eva, una muchacha de unos doce años abierta y comunicativa, inteligente también, que ha descubierto que a mi marido le hace gracia su desparpajo y de vez en cuando viene y le pide algo: la matrícula de la escuela, dinero para comprar el "pano de tocachoro", arroz, gafas para su hermana mayor... finalmente, también chocolate cuando tiene gusa. A eso ya le hemos dicho que no, porque salíamos a tableta diaria; son demasiados niños!
Es amiga de Biomendé, y siempre que las veía juntas me daba nostalgia de ella, porque la familia de Bafón tiene a sus hijos mejor vestidos y alimentados que la de los niños perdidos. A su lado, Biomendé parecía una pordiosera feúca y débil. Las chicas de la familia se arreglan el pelo, se hacen compañía... nuestra vecina suele estar sola. Últimamente la familia de Eva ha estrechado lazos con Biomendé, y le arreglan el cabello y creo que la ayudan un poco en las tareas de la casa. Desde que el carpintero y su (o sus) mujeres no están, las niñas de las dos casas se ayudan a realizar tareas como lavar la ropa y luego creo que comparten la comida.
Eva es la imagen de la supervivencia, fuerte, alta. Juega al fútbol con sus hermanos descalza, y mete un montón de goles! Ella y Teresa son las más activas: van a por agua, venden mancara, cuidan del más pequeño, hacen la colada y la comida... Ha aprendido rápido que comunciarse con nosotros la beneficia claramente, y lo hace con inteligencia; aprendió nuestros nombres, deja pasar un tiempo para pedir, a veces le dice a Biomendé que consiga algo por ella, y en su miseria nos regala mancara esperando que en algún momento le devolvamos el favor. Es paciente, habla en criollo pero nos entiende en portugués, y su esfuerzo por comunicarse con nosotros es superior al de muchos de nuestros empelados. Ha instruido a sus hermanas/os en las virtudes de esta técnica, y así consigue algunos caprichos y mejorar necesidades de la familia, porque no mira por ella sola, generalmente mira por todos los demás. Su última petición: tengo que traerle de España pinzas del pelo, "pa apañá", porque me vio con una y se moría de envidia. Además de lista, coqueta.