Un día que fui al puerto unas mujeres me la ofrecieron, eran unos peces pequeños y decidí que era hora de probarla, sobre todo teniendo en cuenta que me los dejaban a precio de saldo: seis por setenta y cinco céntimos de euro. Hecha la compra, la primera acción, cómo no, fue abrir Internet y ver cómo se limpian esos bichos. Lamentable el hecho de que muchos vídeos de youtube son de pescadores y las despiezan estando vivas, lo cual me parece repugnante.
Así queda, más o menos, la parte limpia y comestible de una raya. Foto: comerciogalicia.es |
El resultado de tanto esfuerzo y unas ampollas respetables en las manos fue un convite, hoy, para comer raya a la meunière en casa de un amigo, regada con vinos de albariño. El anfitrión me regaló un bote de té de jazmín chino con el que ahora mismo entono el espíritu ante el ordenador.
Moraleja: la vida en Guinea-Bissau está siempre llena de esas pequeñas delicias: un guiso sofisticado, un vino de la tierra y un té delicioso, todo por diez euros. La compañía y la conversación, más que agradables, lo que no tiene precio. No se puede pedir más.