Como ha dicho la prensa, en Bissau corren días complicados, y eso nos preocupa. Hemos hablado con amigos y conocidos (tanto extranjeros como nacionales) para saber si estaban bien, si se sentían tranquilos, y al parecer hay una calma relativa en el país. No me corresponde opinar sobre los movimientos políticos o militares de la zona, porque no tengo derecho a hablar de algo que no entiendo del todo. Pero me preocupa que los occidentales puedan hartarse de movimientos extraños y la ausencia de estabilidad, aunque sólo sea aparente, ahuyente a los pocos empresarios que buscan una oportunidad allí. Oportunidad que también beneficiaría al desarrollo de un país tan abandonado.
Así que mi deseo para el año nuevo es que Guinea-Bissau se mantenga estable, tranquila y afable, como es, para que pueda darse el ansiado desarrollo económico y social. Porque ahora es también mi casa, y quiero lo mejor para el que es nuestro país de acogida.