La compañía ha vendido la moto de las huelgas de
controladores para cancelar el vuelo aunque todos sabemos que no es verdad: la
huelga estaba convocada el 24 y 25, así que estábamos fuera de calendario.
Sencillamente, están por tocar las narices. Lo malo del tema es que lejos de
perjudicar gravemente a los políticos guineenses, están fastidiando
principalmente a los expatriados, portugueses incluidos, que elegimos
preferentemente una compañía europea para realizar esos traslados. Podríamos ir
por Dakar o Casablanca, pero elegimos Lisboa. A la gente de Guinea Bissau no le
dolerán prendas en ir por otro camino, al fin y al cabo les cuesta igual o algo
menos.
Lo bueno: que no le he sacado aún la sangre a las perritas (tengo que llevarla a España para las pruebas de la rabia, son su pasaporte de vuelta), así que la tortura se demora, y tengo más tiempo para estar con mi cónyuge y hacer algo más de comida para el destierro.
Lo malo, además de lo ya señalado, es la incertidumbre que se genera para los siguientes viajes y la mala gestión voluntaria de la compañía, que no comunica las cancelaciones con tiempo ni permite otras opciones de movimiento a pesar de sus normas de cancelación de vuelos. En Europa será buena, pero aquí la TAP se está convirtiendo en una compañía informal y chapucera. Supongo que no le importa la imagen que da en un país tan pequeñito y pobre. ¿Quién se preocupa por nosotros?
En fin, habrá que tomarlo con resignación africana, espíritu estoico y buen humor. No voy a arreglar nada. Pero si a alguien se le ocurre cómo llenar de ronchas al piloto, o a la compañía, que lo diga. Estoy abierta a proposiciones indecentes. Odio las hegemonías.