miércoles, 23 de mayo de 2012
Tchuba y plagas
Creo que de esto ya hablé en alguna ocasión, pero a partir de ahora será frecuente que aparezca en mis entradas de blog. La sequía tiene su aquél, y que haga menos calor también; pero cuando llega la temporada de lluvias hay sucesos curiosos casi todos los días.
El viernes cayó el primer temporal sobre Bissau, con dos días de retraso sobre la fecha oficial de inicio de temporada. Como para compensar el hecho de haberse hecho esperar, fue extremadamente virulento. O eso me pareció. Tal vez ya no me acordara de cómo eran las lluvias tropicales.
El caso es que llovió y con la lluvia vinieron los truenos, los relámpagos que hacen de día la noche más cerrada, el agua como expulsada por una limpiadora a presión y un viento tremendísimo que trajo, para ser más imponente, toneladas de polvo del desierto. Qué gracia, el mismo día que habían vaticinado para España lluvias de barro. Aquí fueron oleadas de barro.
Todas las terrazas de la casa aparecieron después del temporal entoñadas en puera roja (no se veían los azulejos del suelo) y toda la parcela y la piscina, además, con una hermosa capa de ramas desgajadas y hojas, principalmente de eucalipto. La antena parabólica rodó de un lado a otro con un estruendo acongojante apenas sujeta por un cable; menos mal que no voló. Por supuesto, mi ardua labor de sellar los orificios de puertas y ventanas no pudo con la madre naturaleza y por la terraza superior entró un río de agua. Ése fue el balance de la primera lluvia.
Cuando pensamos que ya había pasado todo, el sábado, y justo cinco minutos antes de que aparecieran unos amigos para tomar algo en casa, llegó también la primera plaga: hormigas voladoras. Cuando digo plaga, no exagero. Tras dejar limpísima la casa, me senté a descansar y súbitamente comencé a oír un zumbido en el pasillo; al asomarme, vi el suelo de la entrada lleno de furmigas con alas. Las malditas entraban por la súper-selladísima puerta principal y se extendían a sus anchas por el interior de la casa. El Murphy de Bissau: cada vez que limpio, llega para hacer de las suyas.
Agarré el bloom max y comencé a fumigar a diestro y siniestro y, viendo que no cesaban de llegar, enarbolé el zum-zum-un-año-sin-insectos para intoxicar hasta al apuntador. Requerí la ayuda de mi marido (que venía de ducharse bien limpito) para que saliera al exterior a desinsectizar con todos los productos químicos a nuestro alcance con la estrategia de atacar por todos los frentes, y afortunadamente el número de intrusas empezó a disminuir. Fuera se oían golpes, ruidos… como en una película de miedo. Cuando mi amado esposo entró, tenía una espantosa capa de hormigas por todo el cuerpo. Se había quitado la camiseta, la había sacudido, se la había puesto y lo habían vuelto a colonizar. Asombroso. El guarda se esforzaba por barrer a los formícidos alados caídos en el combate, que se contaban por cientos. Que me muera ahorita mismo si miento. Parecía una alfombra negra. Ahora lamento no haber hecho una foto, pero no tenía tiempo: si abrías un resquicio de alguna puerta o ventana se colaban desesperadas, más aún tras el ataque químico realizado desde el exterior.
¿Cómo acabó la escena? Igual que llegaron, las hormigas se fueron. Como ya he dicho, las bajas entre los insectos se contaron por cientos. Mi pobre cónyuge tuvo que ducharse y cambiarse de ropa para acabar con las invasoras, que eran, por cierto, extremadamente pegajosas (supongo que por el calor y la humedad). Yo, entre tanto, hube de barrer, fregar e intentar disimular el olor a insecticida que impregnó toda la casa.
Afortunadamente, la mayoría de los invitados llegaron tarde, una costumbre muy normal aquí, y eso nos dio tiempo para poner todo en orden nuevamente. Según fueron entrando les sacudimos los insectos que traían en la cabeza. Aún así, pasé la velada recogiendo con la mopa a las hormigas que entraban a morir al salón por alguna rendija que todavía no he localizado. Bueno, como aventura no está mal. Creo que faltan la de grillos, saltamontes, langostas, arañas… y la de la mardita marabunta, aunque ésa ya ha avisado y ayer se quiso comer un poco a mis perritas. País.
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