domingo, 20 de mayo de 2012

Impasse

Siempre me ha hecho gracia esa palabra. La usan mucho en casa de mi marido, con el significado habitual de “situación atascada” o “momento crucial para tomar una decisión”. Según la RAE, un impasse es voz francesa que significa “situación de difícil o imposible resolución, o en la que no se produce ningún avance”; en español equivale a las expresiones callejón sin salida o punto muerto; a veces se utiliza erróneamente por compás de espera, expresión que significa, simplemente, “detención temporal de un asunto”. Yo no la había utilizado en la vida, pero ahora me parece muy adecuada. Podría decir que la situación en Bissau está en un eterno impasse. No creo que vaya a pasar nunca nada.

Más allá del golpe de Estado, la vida continúa de manera caprichosa en este lugar del mundo. A pesar de la falta de gobierno desde hace más de un mes, las oficinas ministeriales con alguna recaudación están abiertas porque es la forma de ganar dinero. En lugar de ir a las arcas estatales, lo que se cobra paga a los militares y algo queda para los funcionarios. Los policías en las calles paran más coches que nunca (oh multas, todas sois iguales) y la aduana portuaria abre unas horitas por la mañana. No necesitan más que cobrar un poco.

Por la contra, bares y restaurantes están en baja: por las noches se sale mucho menos y los proyectos de cooperación que terminaron no se reponen, así que los trabajadores de ONG’s y organismos internacionales se vuelven a sus tierras. El toque de queda no anulado formalmente hace de retén inconsciente.

Como para hacer un favor y ralentizar el destierro, la TAP interrumpe de forma irregular sus vuelos, dificultando la movilidad y reteniendo a las personas que entran y salen (que quieren hacerlo, vamos) en Lisboa y Bissau sin previo aviso. Tienen pocos viajeros y anulan viajes sin preaviso, dando un toque de emoción al hecho de volar. ¿Podré, no podré? La Junta Militar ha publicado una lista de personas que no pueden abandonar el país que ahora mismo no tiene mucho sentido, porque salir del país es casi una proeza (como entrar).

Nosotros, pues, seguimos en ese impasse esperando que un inesperado acuerdo ponga un Gobierno en marcha, que la actividad económica se normalice, que ocurra un milagro y llegue de verdad la democracia… Estamos en el mismo impasse del tiempo, que espera la lluvia desde hace días y tchuba ka ta tchubi, pinga, que dicen, pero no cae agua. Con bochorno, humedad y calor que avisan la tormenta, pero sin atisbos de desenlace.

Al menos el viernes llegó el primer temporal. Lo arrasó todo. Esperemos que el movimiento político no sea tan virulento.

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