Introduzco: en España y otros países “desarrollados” (o que piensan que están en ello) los concursos de Miss se han convertido en un, digámoslo así, desprestigio. Parece que las mujeres que participan en ellos no tienen mucho cerebro y hablan siempre de la solidaridad y la paz mundial como se habla del maquillaje: soy guapa y solidaria. Y digo parece, no quiero juzgarlos.
Sin embargo, en países como Guinea Bissau este evento es un recurso más para fomentar la cultura y la independencia de la mujer. Me explico: no pueden participar jóvenes que no posean estudios hasta el noveno año de liceo, nuestro tercero de ESO. De esta manera, la belleza se convierte en un reclamo para acceder a la cultura y salir del analfabetismo. Y de la miseria si resultas elegida, al menos por un tiempo.
Curioso que el desarrollo desvirtúe tanto algo -o al revés-, y que la misma competición pueda tener una cara y una cruz según la renta per cápita y el hambre de los países en que se convoca.
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