Después de una semana de estancia en España, viajecitos para ver a los amigos, comidas abundantes casi excesivas y mucho relax, empezamos a preparar el camino de retorno. Parecemos hormigas haciendo acopio de provisiones para el invierno, más bien para el eterno verano. La lista de objetos transportables se amplía a cada momento, y nos convertimos en selectores por razones más que extrañas: el peso, la caducidad, la transportabilidad, la necesidad...
A la recolección se unen las prioridades necias: hacer una foto del otoño antes de irnos, ya que a la vuelta será invierno; comer o cenar en determinado sitio, visitar Sanabria o Portugal... los días no dan más de sí y muchas de estas otras tareas quedarán pendientes hasta el próximo viaje.
Por otro lado, estamos impacientes por ver a las perras, y saber si sobreviven bien o están más asfixiadas de la cuenta. Hay mucho trabajo pendiente en Bissau (ahora me acuerdo de los muebles) y poco tiempo para hacerlo, ya que diciembre aguarda a la vuelta de la esquina. La próxima entrada será ya nostálgica, seguro que repleta de incidencias sorprendentes. De momento, el miércoles haremos la facturación on line y partiremos en largo viaje hasta casa. La otra, allende los mares.
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