lunes, 16 de abril de 2012

Coup d'État

Como si fuera la confirmación de una sospecha latente, Guinea Bissau ha sufrido finalmente un golpe de Estado. La situación del país es confusa y su solución incierta. Las noticias que llegan por vías oficiales hablan de caos y cierre de fronteras, algo que finalmente ha ocurrido (parece que había mucho interés en ello), mientras que la gente que está viviendo allí habla de relativa normalidad y de miedo a una intervención militar extranjera.

Es curioso. Por un lado, está la realidad de un acto de violencia contra un Estado democrático (aunque Naciones Unidas lo ha catalogado como narco estado y estado fallido), la falta de sensatez para llevar con normalidad procesos como unas elecciones o un cambio de poder. Este desajuste es lógico en África: actualmente muchos países del entorno viven una situaicón convulsa, y en esta nación donde vivo nunca ha sido tranquila. Desde su independencia, por diversas razones, jamás un presidente de Guiena Bissau ha terminado su legislatura de manera tranquila. En el fondo, ambiciones económicas y el control del tráfico de drogas que, supuestamente, hay en el país (nadie puede asegurarlo con certeza, pero cuando el río suena tanto...)

Por otro lado, están las sospechas de que la comunidad de países lusófonos, capitaneados por Portugal, quiera en esta ocasión dar más gravedad de la que tiene al problema para lograr el favor de la opinión internacional ante una posible intervención militar. Aquí se han matado presidentes, se han dado más golpes de Estado y jamás nadie intervino. Ahora, al parecer, no se han producido asesinatos, se prepara un Consejo Nacional de Transición y los guineenses buscan una salida pacífica, pero Portugal envía tropas por mar con el pretexto de preparar una posible evacuación y fuerza la reacción de los golpistas, que cierran las fronteras y amenazan con medidas de defensa. ¿Por qué?

Las informaciones de las cadenas lusas hablaban de cierres de espacio aéreo que no han sido ciertos, la TAP canceló vuelos que podrían haberse hecho, excepcionalmente, de día. Otras compañías, como Air Marroc y Air Senegal han continuado volando hasta este momento en que el envío de fragatas ha provocado esta reacción militar. ¿Qué interés hay? La CLP presiona con que Naciones Unidas va a crear una fuerza de interposición, algo que esta organización no ha confirmado, y la presión dentro del país se acrecenta, atemorizando a la población.

Sé que allí hay miedo. Miedo por las reacciones de los militares y miedo por las maniobras de potencias extranjeras. Vivimos pegados a un teléfono que nos conecta con la gente de allí. Brancos y pretos han quedado, ahora sí, atrapados entre dos fuegos. Nosotros queremos volver al país, ya que nos hemos quedado fuera por la anulación de vuelos de la única compañía europea que puede operar allí, curiosamente portuguesa. Otros desean salir porque tienen miedo. La situación se vuelve, por momentos, caótica. Cuanto más se tranquiliza dentro, más se altera desde fuera. Y en el fondo, la locura del poder. Tanto de los poderosos nacionales (políticos y militares) como de los extranjeros, personas todas ellas con intereses económicos fuertes que no permiten avanzar en la democracia a este pequeño y desorganizado estado africano.

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