jueves, 16 de febrero de 2012

Esperando el Carnaval

Es curioso cómo la pervivencia de la cultura cristiana en esta sociedad tan multicultural nos acerca a las costumbres de nuestros propios países, también de tradición cristiana.  Es lo que ocurre con el Carnaval. A la vez que vemos y oímos en la televisión internacional cómo comienzan los preparativos de los carnavales, los concursos de chirigotas (que supongo este año tendrán tela marinera) y demás en nuestra patria, observamos la misma efervescencia carnavalesca en Bissau.

El domingo, sin ir más lejos, salimos a dar una vuelta por la ciudad y recorrer en coche todo lo transitable y nos asombramos de lo desiertos que estaban bares y lugares de ocio de la gente del país, sobre todo en Zona 7 y Caracol, y la abundancia de coches y nuevas construcciones camino del aeropuerto. El secreto estaba en las casetas o “barracas” que ya están montadas y casi a pleno funcionamiento esperando el inicio de las carnestolendas, allá por el 18 de febrero. La atracción de los autos de choque estaba a pleno rendimiento y se veían familias paseando con sus hijos, jóvenes atildados dejándose ver o tomando algo y algún despistado más alegre de lo aconsejable. La construcción sigue siendo tradicional, mucho tronco de palma y "padja”, y otras ya de metal, más calurosas pero para algunos más modernas.

Lo divertido del multiculturalismo es esto: igual celebramos el final del Ramadán que la antesala de la Cuaresma. Lo mismo se trabaja en viernes que en domingo, y sólo la forma en que cada persona lleva su religión (de manera más o menos ortodoxa) o su moral decide el modo de diversión: consumo de alcohol, despendole, promiscuidad… de esa libertad para elegir no quedamos fuera los no nacionales; ni de esa libertad ni de montar nuestra propia barraca. Y algunas de blancos, también hay.

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