sábado, 23 de febrero de 2013

Bissau y la distancia

El trabajo y los cambios en las circunstancias laborales de mi marido, me han hecho volver a viajar de Bissau a España, esta vez para un periodo más largo de tiempo. El trayecto es en ocasiones casi un poema. Dentro del avión hace un frío glaciar, supongo que acentuado por el contraste con el calor exterior. Es como viajar a Siberia. Algunos guineenses se quedan tan fríos que, instintivamente, se cubren, en lugar del cuerpo, la cabeza. Se enfundan en mantas rojas y azules como si fueran monjes.

Esa imagen del frío interior acompasa bien con el exterior. El avión que sobrevuela el mar muestra una hermosa imagen de Lisboa al amanecer. Luces pálidas y niebla fueron la semblanza de este vuelo. El camino hacia Madrid se asoma al paisaje entre nubes blancas, y entre ellas deslumbra repentinamente el blanco de las montañas nevadas. En ocasiones, se abren huecos que permiten ver el verde de los campos y las siluetas del río. Cañones, meandros, llanuras... vistas como pequeños submundos al fondo de cráteres de algodón.

La paz del retorno me llena de nostalgia. Por una vez, el trayecto parace iniciar un proceso de mentalización, de preparación al cambio. Anticipa el retorno, o tal vez un período de separaciones y reencuentros. Intento retener las sensaciones para afrontar Europa -¿somos Europa?- con tranquilidad, casi parsimonia, pero a la vez creo que el frenético estado en que se encuentra España me arrastrará inevitablemente. En unos días estáré viajando como una loca de un lado a otro de la geografía patria, intentando recordar todo lo bueno que puedo compartir y sobreponiéndome al pesimismo y el desánimo generalizado.

Me gustaría ver los famosos brotes verdes. Sé que mucha gente está luchando, preparándose para afrontar nuevos retos y buscar un futuro mejor. Tengo dentro de mi familia jóvenes que se buscan la vida y estudian y bregan. Por encima de todo, creo que la mejor ayuda es no dejarles caer en el desánimo, no dejarnos caer en él. En lo que esté en mi mano, intentaré enviar este mensaje; debemos ayudarnos, unirnos por encima de ideologías y condiciones laborales. Mirar el futuro con optimismo, exigir nuestros derechos y afrontar nuestros deberes: volvernos mejores trabajadores, más orgullosos de lo que somos. El cambio ha de ser ese: mejorar como personas, mejorar como ciudadanos y esforzarnos juntos, con energía. Si nosotros creemos que se puede, nuestros jóvenes harán que se pueda.

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