Un mes en España es más que suficiente para entrar en faena. Recuerdo los primeros días en Bissau, la locura de arreglar, amueblar... y el buen humor con el que me lo tomaba. La casa llena de gente y miles de reparaciones por hacer.
Un mes en España y ya tengo las mismas obligaciones: arreglar, amueblar... La diferencia es que, como es España, me saca de mis casillas que algunos problemas se estén dando, y es casi imposible hacer venir a alguna persona a casa para hacer algo. Sobre todo porque muchos trabajos deberían hacerlos gratis, como defectos de la construcción.
Tendré que tomarme un tiempo y reírme de ello. Vivir en un país más atrasado te hace echarle la culpa de los problemas a la falta de educación y de posibilidades. El problema es a qué echarle la culpa en un país desarrollado. Supongo que será la crisis, que nos vuelve locos. He tardado dos semanas en encontrar por dónde entra la línea de teléfono en casa para instalar Internet: acabamos el electricista y yo picando el jardín con una vara para encontrar el camino. Cuatro días más para que funcione el módem y pueda conectarme.
Ni me imagino el tiempo que me llevará arreglar las ventanas y la puerta de entrada, reparar la línea telefónica dela planta baja o arreglar el tiro de la chimenea. Tendré que hacer como en Bissau. Marcharme, tomar perspectiva y volver con energías renovadas.
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