lunes, 23 de julio de 2012

Casamento

Hoy tengo que hablar de unos amigos de Bissau. De Rosa y Bouba. Después de varios años de convivencia optaron por casarse para que él pudiera viajar a España sin problemas para conocer a la familia y los amigos de su pareja. Los días previos han sido muy ajetreados: recopilar y entregar la documentación necesaria, hacer la ropa y las invitaciones, ambas con tanta demora que el lunes anterior a la boda aún las estaban recogiendo, elegir el pastel…

Nosotras, las amigas, hemos compartido risas y bobadas ñoñas respecto de la ropa, las uñas, el viaje, el tocado… Fue divertido. Tomamos gin-tonics y cenamos pizza. Por un momento, nos hemos sentido su familia aquí.

Entre mis obligaciones estuvo la de confeccionarle unas flores de tela para adornar el moño. Esas cosas que una promete en un momento de euforia y luego dice “¡ostras, pero qué he dicho, si no he hecho una en mi vida!” Afortunadamente, Internet tiene de todo, hasta vídeo-tutoriales para hacer flores de tela que no sean de flamencorra desparramá en la feria de abril. De la imagen al hecho hay un largo camino, pero al final salieron y, verdaderamente, puestas en el pelo parecían hasta bonitas.
He aquí las flores antes de ser entregadas a la novia

La madrina de boda, por su parte, fue todo lo madre que pudo en su cometido y les regaló los trajes a ambos. El bassán blanco para hacerlos y el coste de la realización por el alfayate. La tela, el “pano” que dicen aquí, lo trajo de Senegal. Dicen que allí la calidad de los tejidos es mayor. Después de la espera, tan blancos y bordados en violeta y plata resultaron muy bonitos.

Dos días antes tuvimos bonita una jornada en casa: yo cosiendo flores sin luz (¡qué raro, Murphy por aquí!) mientras la madrina hacía la manicura con la iluminación de varias lámparas a pilas y nos tomábamos unos refrescos. Típicamente guineense.

La novia ha mezclado los nervios con la ilusión; se casó de blanco cumpliendo el sueño de su abuela, aunque con un traje tradicional del país; le costó trabajo ver todos los prolegómenos realizados, echó de menos a su familia, sobre todo a su madre... Para aliviar la morriña, su padre emprendió el martes anterior el viaje y estuvo con ella todo el tiempo.

El novio se vio algo desbordado por las preocupaciones europeas: papeleos, formalidades… también añoró a los suyos, que viven en Conakry y no pudieron estar aquí, se enfadó cuando vio a sus amigos con ropa de faena en lugar de bien atezados, se emocionó largamente cuando cortó la tarta…
Esta es la tarta, muy amorosa, como correspondía

Hoy nos hemos juntado unos cuantos para celebrarlo. Ambos estaban felices, y han reído y llorado a partes iguales. Compartiendo con ellos, seis blancos y muchos más pretos. Comida tradicional en una ONG, el tradicional Vivan los novios! español, las canciones tradicionales africanas  interpretadas por los invitados tras cortar la tarta… Allí los dejamos, cantando y bailando con el grupo que el ya marido ha formado, interpretando temas del disco que están grabando. Proyectos e ilusiones nuevas.

Le he dado un enfoque positivo. No sé qué pasará en el futuro con ellos, como no sé lo que pasará con el resto de nosotros. Su matrimonio es una apuesta por romper las barreras raciales, por creer en la igualdad y la felicidad por encima de etnias, creencias y nacionalidades. Hoy se casaron en Guinea Bissau una española blanca, de tradición cristiana aunque ya no tenga esa creencia, licenciada en derecho, con un preto de Guinea Conakry, musulmán y bailarín profesional. Toda una apuesta por la diversidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario