viernes, 21 de diciembre de 2012

Entre Natal, la puera y la nieve

Estas son las primeras humaredas

Con la cercanía de la Navidad, preparamos el consabido viaje para pasar las fiestas con la familia, los amigos y, por supuesto, las perritas. 

Dejamos Bissau empezando a sumirse en las infinitas nubes de "puera" -polvo- y humo que surgen de la sequía. La tierra flota en el ambiente, tiñéndolo de rojo, y las innumerables fogatas que queman la basura al acabar las lluvias extienden un velo con olor a neumáticos y eucalipto por toda la capital. Los trabajadores en las afueras usan mascarillas y al tradicional paludismo o malaria se unen ahora las afecciones respiratorias. Aún así, el paisaje es hermoso y el humo ofrece unos atardeceres magníficos.

La sequía trae también el inicio de la época de bodas -en este país que los novios se mojen es señal de mala suerte- y el local que hay detrás de nuestra casa, O Paián, hace su particular agosto con fiestas donde la comida y la música se combinan para celebrar los casamientos. Nosotros, a su vez, tenemos música gratis toda la tarde. Y entretenimiento. A veces nos acercamos paseando hasta la puerta para ver el ambiente.

Los más afortunados o con mayor poder adquisitivo engalanan sus casas y, si pueden, un trozo de la calle, con adornos navideños. Natal (Navidad) es una fiesta celebrada, mayoritariamente, por toda la población, independientemente de su profesión religiosa. Igual que se festejan el Tabaski, el Ramadám y el Carnaval. Luces furtivas que tintinean entre las nieblas secas de arena y humo y gentes que se unen en celebraciones colectivas que les hacen sentir que forman parte de una comunidad más allá de credos e ideologías.

Engarrafamento en vísperas de Navidad
Las calles de Bissau, sobre todo Bandim, están tan llenas de personas en las horas de comercio (de la mañana al atardecer) que no se puede pasear por ellas. Se hacen las compras de ropa nueva para los meninos, de ropa de fiesta para los días más señalados, zapatos, regalos, comida... Vuelven los emigrados con sus descendientes, se reúnen familias...

Las calles de España, como las de Bissau, estarán llenas de personas buscando las últimas o las mejores ofertas, las primeras rebajas... Ajustando el dinero, por supuesto, pero sin renunciar a la ilusión. Y muchos emigrados volveremos a casa para ver a nuestras familias y reencontrarnos con nuestro país.
Por supuesto, Sanabria

Nosotros de Bissau nos iremos a España, donde nos esperan las nieblas húmedas y el frío, quizá la nieve. Es una época que a ambos nos gusta mucho, tanto por el contenido emocional de estos días como por el clima y el paisaje que el final del otoño y el inicio del invierno ofrecen. Intentaremos escaparnos a algún sitio aún más frío que nuestra Zamora para estar más cerca de la naturaleza invernal, del agua y del viento, de los árboles. Y nos llevaremos a las perras para que disfruten.

Después de todo eso... Dios dirá. Un futuro aún poco claro y muchos interrogantes por resolver, aunque con la certeza de que sea lo que sea lo que nos depara el destino, será bueno. Año nuevo, vida nueva. En nuestro caso, casi seguro que sí.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Netos, de aquí

Hacía un siglo que no escribía nada en el blog. Bueno, no tanto, pero sí han sido unas mini vacaciones.

Durante el tiempo de descanso viajé a España (ésa fue mi última entrada) y volví a Bissau. Luego volví a viajar, pero ésa es otra historia. He tenido la suerte de ver, por segunda vez desde que vivo aquí, una actuación de los Netos de Bandim. He de reconocer que son de lo mejor que he visto en grupos musicales, tanto en organización como en vistosidad y ritmo. Su percusión es más que buena.



Hace tiempo hice ya una entrada sobre ellos. Los apadrina la fundación Amic, y dentro de sus funciones como Asociación Cultural que en estos días cumple 12 años destaca claramente su voluntad de formación. Dirigen sus esfuerzos a la consolidación de una escuela para niños y niñas y para las madres, que son las que necesitan más ayuda. Durante la actuación insistieron en ello y pidieron el apadrinamiento de niños. La actuación fue el colofón a doce días de actividades culturales, clases de percusión, danza, exposiciones y conferencias.
 


Viendo su espectáculo y sus danzas se comprenden mejor las peculiaridades de cada etnia, cuáles son fuertes y agresivas, cuáles astutas y hábiles, cuáles hospitalarias y laboriosas... Las ropas, los movimientos, la excitación que las danzas provocan en los propios bailarines, cuyos gestos y actitudes varían no con las normas del baile, sino con el sentimiento que éste provoca y el conocimiento de la historia que subyace detrás de cada uno, y todo ello llega vivo al espectador.
 
 
No me enrollo. Hubiera querido dejar algún vídeo casero, para que los admiréis un poco, pero no consigo cargarlos (torpe, torpe), así que ahí van las consabidas fotos. Lástima de viaje carísmo a España, porque sería un gustazo llevarlos y que los vierais en directo. Las danzas representando a las principales etnias, el colorido, el ritmo, la fuerza que transmiten...



Desde aquí, felicidades por esos doce años de vida y trabajo.



 
 

 

sábado, 15 de diciembre de 2012

Lisboa

Por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, el último mes he realizado dos viajes a España, con el consiguiente dispendio de dinero en carísimos vuelos. El segundo de ellos sirvió para devolver a nuestras perras a España con el fin de hacerles una revisión, oxigenarlas y casi premiarlas por haber soportado un año y pico de calor tropical.

El viaje me llevó hasta Lisboa en vuelo de ida y vuelta. He de decir que me encanta Lisboa. El retorno me ha permitido pasar unas horas en la capital lusa, y me siguen emocionando sus callejuelas. El ambiente suave y marítimo invita al paseo, hasta con la lluvia de fondo. La temperatura, quince grados a las seis o siete de la tarde, anima a echarse a la calle, y se ven terrazas salpicadas de comensales y paseantes que descansan o fuman un cigarro.


La crisis también ha hecho mella en este país, y la bonita plaza de Rossio, que en mi primer viaje, en estas mismas fechas allá por 2010, estaba preciosa con sus adornos navideños y una pista de nieve artificial, tenía una decoración más que discreta. 



Plaza del Rossio. Mundo-geo.es

Por lo demás, el paseo dio una tregua al estrés de estos días y me prometí volver con calma para disfrutar de la ciudad y sus alrededores con mi marido, que aún no ha tenido el placer de conocerla. Aprovechar el clima amable, el amplio Tejo, el inmenso mar, la nostálgica luz del atardecer matizada por tanta agua alrededor… subir al Bairro Alto, visitar el Castelo de São Jorge y sus alrededores, salpicados de tiendas tradicionales, seguir las huellas del fado…

Me apunto como deberes una ruta por Lisboa y el Algarve, o mejor aún, una ruta abajo-arriba en plan casi mochilero para saborear Portugal, que no estamos para dispendios. Es una lástima que vivamos tan de espaldas a nuestro vecino, cuya naturaleza y gastronomía son más que atractivas, y gastemos ingentes cantidades de dinero en viajar más lejos, pero no a mejores sitios. Tanto España como Portugal ofrecen hermosas rutas de interior y marítimas, con playas cristalinas y paisajes maravillosos. 

El final de esta reflexión, y del viaje, fue el retorno a Bissau. Los días son ya frescos (casi fríos para estas latitudes) y comienza la mejor época en este país: temperaturas suaves y menos insectos. Incluso ha vuelto a abrir el Bistró. Es como volver a casa.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Senegal


El penúltimo fin de semana de noviembre fuimos a conocer el norte de Senegal y Dakar. Parecía mentira, pero en un año en este continente no nos habíamos alejado mucho de nuestras fronteras, salvo una vez que viajamos a Cabo Verde por trabajo. Del viaje ya hablaré, o no, pero quería dejar algunas fotos testimoniales del periplo.


La primera visita fue al parque de la Langue de la Barbarie; uno de los varios que permiten admirar aves en esa zona. Está cerca de Saint-Louis, una población repleta de encanto donde Saint-Exupéri se alojó cuando era correo postal. Os dejo también una foto del hotel donde estuvo supuestamente.




Aves, aves y aves. Creo que hay parques más bonitos, pero íbamos con niños y no podíamos matarlos en visitas muy largas o excesivamente acuáticas. Los recorridos se hacen en lanchas, en verdaderos "cayucos" de madera a motor.






 Es asombroso ver la abundancia de algunas especies, y la sorpresa de otras más inusuales. Garzas y cormoranes (por cierto, no he puesto ningún cormorán), gaviotas de dierentes especies, pelícanos..





A partir de aquí, Saint-Louis. Sus transportes:


Barcos:
















 

Hoteles con historia como el Aeropostal, en cuyo frente se haya el Museo Mermoz:
 

















y una panorámica de la localidad frente al río Sengal. La ciudad se extiende a lo largo de la desembocadura de este río y una pequeña lengua de tierra se interpone entre el agua dulce y el mar. Ésa es la Langue de la Barbarie y a su alrededor la fauna vive protegida por marismas y dunas que se debaten entre la fertilidad del agua y la cercanía del desierto.


Las últimas fotos son de la isla de Gorée, en Dakar. Aloja varios museos, uno relata la historia de la isla y de Senegal; otro, la de la esclavitud, ya que éste fue uno de los enclaves desde los que partieron los barcos de esclavos.







domingo, 11 de noviembre de 2012

Tierra

Dado el caos español y el que hay en Bissau, y por razones imprevistas, el domingo pasado cogí un avión y aterricé en España con un programa más que ajustado y, evidentemente, imposible de cumplir. Lo primero que percibí es que el cuerpo se ha hecho a fuera y se extraña mucho el retorno. Luego, y durante dos días, todo han sido sensaciones extrañas.

El viaje hacia Ávila para atar cabos me llevó por el hermoso camino de la Cruz Verde. Me entristeció mucho ver el paisaje quemado por el devastador incendio de este verano, seguramente fruto del abandono y la especulación, y el terrible trabajo de "recuperación" de la zona. Ya viví eso en San Lorenzo de El Escorial, cuando se quemó parte del monte que ahora es una hermosa zona urbanizada con un parquecito en el medio para parecer que conservan la naturaleza. Las máquinas que talaron y arrastraron los troncos quemados eliminaron todos los árboles y arbustos que, por generación espontánea, comenzaban a brotar y hubieran dado lugar a un bosque natural. Los pinos, nacidos al eclosionar los frutos por acción del calor, dan rápidamente retoños que se aplastan al arrastrar los troncos para, después, plantar árboles de vivero. Una obra de arte.

Otro aspecto negativo a mi llegada fue el pesimismo que rodea la vida en España. Ni en Bissau, ahora sí dentro de un verdadero régimen militar, el ambiente es tan sombrío. Y siempre el discurso desviado hacia detalles no superficiales pero sí egoístas y dogmáticos. No digo más. En dos días acabé hasta el moño de política y de posiciones ideológicas poco racionales.

Pero en positivo hay mucho: los colores del otoño aún están aquí y son tan hermosos... los montes verdes, rojizos y ocres, el reencuentro con los amigos, ver a mis sobrinos (todos, y ella) tan mayores y tan guapos!!! Los abrigos, el frío en la cara cuando paseo...

La vida aquí es deslumbrante -excesiva luz- y cegadora. Tenemos demasiado y no me da tiempo a verlo todo. Me queda poco tiempo y no doy abasto. A ratos, me quedo extasiada delante de la tele. Otras, sólo dejo que pase el tiempo. En unos días volveré a Bissau, a la locura que tienen montada. Lo cierto es que me da pena que anden tan alborotados. Yo vuelvo con gusto y disfruto del país, y pienso que con tanto como tenemos aquí, es imposible comprenderlos y ayudarlos. No es posible. Y por ello deberíamos dejar de intervenir tanto y aportar algo positivo. Yo, con tantas sensaciones, llevo equipaje para discutir un rato. Y para ayudar si es posible.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Eva y los nueve


Eva. Al fondo, Isnabá
Ahí es nada. En otra casa abandonada cerca de la nuestra vive un carpintero, Bafón, que cuando llegamos a aquí fabricó unas mosquiteras para nuestras ventanas. Es un hombre trabajador, que reparte su tiempo entre la vida en Bissau y en una tabanca donde posee unas tierras y árboles de cayú. Algunas veces con él hay una mujer o dos, de edad indeterminada, que, por cierto, hace meses que no vemos.

Bafón tiene diez hijos. ¡Por ahora! Nosotros no somos conscientes de todos ellos, porque los mayores sólo están aquí intermitentemente. Creo que tiene dos mujeres y un varón que están casi emancipados. En la casa de Bissau, en los últimos tiempos, viven de forma habitual los otros siete, cuatro chicas y tres chicos. Por orden creo que son Esther, Tami, Elías, Teresa, Eva, Isnabá y Jelsson. Las edades van desde los dieciséis (más o menos) a los dos años. He de decir que entre Isnabá y Jelsson la diferencia es grande.

De la tropa, pues, de chiquillos que pasan temporadas solos en la casa a la que más conocemos es a Eva, una muchacha de unos doce años abierta y comunicativa, inteligente también, que ha descubierto que a mi marido le hace gracia su desparpajo y de vez en cuando viene y le pide algo: la matrícula de la escuela, dinero para comprar el "pano de tocachoro", arroz, gafas para su hermana mayor... finalmente, también chocolate cuando tiene gusa. A eso ya le hemos dicho que no, porque salíamos a tableta diaria; son demasiados niños!

Es amiga de Biomendé, y siempre que las veía juntas me daba nostalgia de ella, porque la familia de Bafón tiene a sus hijos mejor vestidos y alimentados que la de los niños perdidos. A su lado, Biomendé parecía una pordiosera feúca y débil. Las chicas de la familia se arreglan el pelo, se hacen compañía... nuestra vecina suele estar sola. Últimamente la familia de Eva ha estrechado lazos con Biomendé, y le arreglan el cabello y creo que la ayudan un poco en las tareas de la casa. Desde que el carpintero y su (o sus) mujeres no están, las niñas de las dos casas se ayudan a realizar tareas como lavar la ropa y luego creo que comparten la comida.

Eva es la imagen de la supervivencia, fuerte, alta. Juega al fútbol con sus hermanos descalza, y mete un montón de goles! Ella y Teresa son las más activas: van a por agua, venden mancara, cuidan del más pequeño, hacen la colada y la comida... Ha aprendido rápido que comunciarse con nosotros la beneficia claramente, y lo hace con inteligencia; aprendió nuestros nombres, deja pasar un tiempo para pedir, a veces le dice a Biomendé que consiga algo por ella, y en su miseria nos regala mancara esperando que en algún momento le devolvamos el favor. Es paciente, habla en criollo pero nos entiende en portugués, y su esfuerzo por comunicarse con nosotros es superior al de muchos de nuestros empelados. Ha instruido a sus hermanas/os en las virtudes de esta técnica, y así consigue algunos caprichos y mejorar necesidades de la familia, porque no mira por ella sola, generalmente mira por todos los demás. Su última petición: tengo que traerle de España pinzas del pelo, "pa apañá", porque me vio con una y se moría de envidia. Además de lista, coqueta.

jueves, 25 de octubre de 2012

Casi en femenino (harta de tonterías)

No sé por qué, pero llevo unos días algo sulfurada o sulfurosa. Supongo que será porque el calor húmedo empieza a hacer mella en el cuerpo, porque Bissau volvió a convulsionar con un “conato de contra-golpe de Estado” extraño que ha dado lugar a una caza de brujas y semi venganza típicamente africanas, porque España sitúa a este pobre –paupérrimo- país en la lista de “salida” de la Cooperación Internacional (no sé por qué, si claramente está entre los 10 más pobres del mundo y mantiene a otros 20 en su lista de ayudas) o porque se harta una de tonterías de las que se leen en Internet cuando se comparan un mundo y otro.

Hoy tocó lectura desgraciada de noticias. Entre las afirmaciones sobre la violación de algún político americano y, para colmo, una extraña y estúpida noticia que dice que la laca y el maquillaje adelantan la menopausia, casi me ha dado un ataque de nervios. Me pregunto quién es el desconsiderado (iba a faltarle al respeto) que emplea dinero en semejantes investigaciones. En este caso es la Universidad de Washington. Con la arrogancia machista de presuponer que el maquillaje y la laca sólo son usados por mujeres, o que trabajar en una fábrica o revolviendo en la basura no causa efectos aún peores. O parir sin asistencia médica, o usar productos de limpieza cada día…

Mientras el mundo se debate entre crisis económicas, enfermedades raras y otras muy comunes pero desgraciadamente mortales en muchos lugares, violencias incontenidas entre países, facciones, ideologías e incluso ciudadanos de a pie, a alguien se le ocurre demostrarnos a las mujeres que si nos ponemos bonitas nos volvemos menopaúsicas antes.

En cualquier caso, estoy un poco harta de que nos digan, con la que está cayendo en el mundo, a las mujeres cómo debemos vestirnos para no provocar a los hombres, cómo debemos comportarnos para ser buenas esposas, cómo debemos arreglarnos para no ser menopaúsicas, como si todo eso importara; como si ser mujer menopaúsica fuera una maldición, y no morir de cáncer de mama o de pulmón, seas mujer u hombre. Como si mayor problema de esta sociedad, algo podrida ya, fuera mantenerse joven y fértil, por cierto para no tener hijos –la media de los países desarrollados es bastante baja- porque se estropea el "body" y no la economía, la corrupción, los radicalismos, la violencia, el abandono, el maltrato… Con un machismo subyacente feroz y condescendiente, que nos vigila diciendo: oye, que pones vieja, oye, que tienes que estar guapa, oye… menos mal que te ayudamos, chica, si es por tu bien.

Creo que una sociedad es adulta cuando verdaderamente se preocupa de temas importantes para su bienestar; no para su apariencia. En este momento en que mi país de residencia se ha vuelto otra vez algo más caótico, estas veleidades crueles del mundo civilizado me indignan, porque aunque parezca poco relacionado, tienen mucho que ver con la violencia de fondo, con el desprestigio de la mujer, con la desconsideración hacia la raza humana.

Y desde tanta ignominia y tanta, con perdón, estupidez, y porque veo cómo aquí las mujeres van perdiendo su dignidad a medida que se casan y tienen hijos y cómo allí cuando cumples años y/o ganas quilos eres víctima fácil de chistes sobre suegras, mujeres y gordas, me entran unas ganas de feminismo voraz, de feminismo con vestido de seda y tacones, con traje de chaqueta y zapatos con cordones, con equipamiento deportivo, vaqueros o minifalda. Feminismo de cuerpos de impresión o de michelines morbosos. Me entran ganas de reivindicar que una mujer es una persona, vista como vista, trabaje o no, sea guapa o fea, se conserve mejor o peor. Que no tiene que ser un hombre –agresivo, cruel, competitivo- para triunfar, ni pierde puntos si quiere quedarse en casa cuidando a su familia. Que no es tan importante ser joven, es importante seguir viviendo con calidad el tiempo que nos quede. Y si un hombre (o mil) opinan lo contrario, que usen maquillaje y laca

viernes, 19 de octubre de 2012

Y otra de los niños perdidos: Guatna

De momento, igual que cuando pienso en Biomendé me poco un poco triste, cuando hablamos de Guatna mi marido y yo nos mondamos de risa. Según tengo entendido es hermano de la niña, hijo de los mismos padres, pero no se parece en nada a su hermana. Dado el jaleo de familia que se traen, juraría que sólo es hermano de padre.

Guatna es un niño de cinco o seis años saludable, cuadrado, fuerte. Nunca, ni cuando llegó, ha sido tímido. Desde el primer día nos saluda a gritos. Hasta hace bien poco me llamaba por el nombre de mi marido, creo que pensaba que era un sinónimo de "blanco" o algo así. Levanta el brazo en alto cuando ve pasar nuestro coche, juega al fútbol como un loco y se pelea con Ericson e Isnabá (ésa es otra familia, un hermano de Eva) como si todos fueran de la misma edad, aunque él es el más pequeño. He de decir que casi nunca pierde.

En contraste con Eric, tan menudo y algo enfermizo, la fortaleza de Guatna es simpática. Suele estar de buen humor y no le gusta ir vestido. Cuando lo llamo para darle algo (caramelos, o galletas), tengo que reñirlo y recordarle que ha de calzarse para que no lo piquen los bichos. Al fútbol juega descalzo porque las chanclas le molestan. Cuando viene del cole, si hace calor -cosa que ahora pasa mucho-, se quita la camiseta y la guarda en la mochila, y así va por la calle, descalzo y medio desnudo, con el banco del cole en la cabeza y arrastrando la mochila medio rota.

Ericson y Guatna
 Podría asegurar que Guatna es feliz. Su hermana lo cuida algunas horas, trepa a los árboles como un acróbata, vive sin problemas ni normas y parece no haber salido todavía de la tabanca. Va al colegio sin protestar (está en "pre", pre-escolar, supongo), y cuando Eric hace el camino llorando porque no le gusta la escuela -¡qué raro, en España a todos les gusta!- él lo mira divertido y se burla.

Quería hablar de él porque a veces las entradas son muy sensibleras, y la realidad, a pesar de todo, es más positiva y más vital. Hasta Eric hace mucho tiempo que no va al hospital, y su primo y él parecen un par de zánganos buscando una trastada que hacer. Ahora Guatna también cuida de alguien, porque ha llegado el hermano pequeño de Eva, Jelsson, que tiene algo más de dos años, y él juega y lo cuida complacido; así que cuando el bebé ve a nuestros vecinos, da grititos de alegría y corre a provocarlos.

Ésa es mi entrada de hoy. Una entrada positiva. No sé qué será de los niños perdidos en el futuro. Por ahora, entre la casa de al lado y la del carpintero hay más de quince entre menores y adolescentes por aquí. Riendo y jugando, creciendo. Otro día os hablaré de Eva. Esa sí que es lista. De Eva y sus diez hermanos.

martes, 16 de octubre de 2012

Mi verdadero yo


Ayer vino una amiga a visitarnos y se quedó a comer. Fue de esas visitas imprevistas que te pillan con lo que hay, pero fue crema de calabaza y pulpo a la gallega. Quedaban unos cuantos bollos suizos que hice para el desayuno y un yogur aguado de mi primera intentona africana para hacer ese lácteo.

Habíamos comido con ella el domingo en Artissan, la cooperativa de Quinhamel, y hablábamos entonces de que uno de mis sueños era tener una granja y producir huevos ecológicos. No pollos, ni otros animales, porque luego hay que matarlos. Huevos de corral. Y una huertita, setas y hongos tal vez... Ayer, a la vista de los bollos suizos (el viernes hice pan de hamburguesas y ando a vueltas con la masa madre para hacer pan casero casero y cuajo por si un quesito), le hice una confesión: soy una maruja disfrazada de intelectual. Ella se moría de la risa, pero en el fondo, ésa es la verdad. Lo que no sé es cómo llegué a hacer tantas otras cosas.

Me explico: sé coser, me encanta cocinar, paso las horas muertas arreglando cosas en casa, construyendo, reciclando… Puedo estar horas buscando recetas en Internet y otro tanto experimentándolas. Para mi desgracia, también tengo una manía lectora compulsiva (cuando abro un libro ya no puedo sacar el cerebro de él hasta que lo acabo) y un afán por meterme en todos los proyectos educativos que me ofrecen, lo que me divide en dos: la maruja y la especialista, la reconcentrada y la comunicadora, la meditadora y la hiperactiva. Igual te hago una faldita que doy una clase de Pilates o te enseño técnicas de comunicación. La repera. Eso, unido a la fascinación que me produce la tecnología (informática, acústica, mecánica…) casi no me deja tiempo para vivir.

Nunca he considerado esta dicotomía una bendición. Antes bien, me parece una maldición gitana. Porque nunca sé a qué atenerme y, de la misma manera que mil veces pienso en retirarme de mundanal ruido y ponerme a la granja con toda mi alma, otras mil el cuerpo me pide marcha y vuelvo a plantearme el doctorado, los cursos de especialista e innumerables gaitas más. Dita sea, no sé quién se empeñó en hacerme creer que necesitaba el intelecto para ser feliz. Con lo bien que se está con las manos en la masa y sin pensar en nada.





lunes, 15 de octubre de 2012

Calidad de vida

Si alguien piensa que voy a hablar de lujos, que deje de leer ya, porque de lo que voy a hablar es de cómo pequeños detalles hacen que la calidad de vida que tenemos aquí pase de cero a cien en un minuto (en este caso, en media hora).

El caso es que el sábado me llamó mi vecina, con la que había quedado para comer, diciéndome que tenía un electricista en casa. ¿Para qué, os preguntaréis? Para solucionar un problema de escasez de energía que nos acuciaba desde hace meses. El nuevo Gobierno de Transición se propuso surtir de energía a la capital de forma ininterrumpida y eso significó que teníamos -tenemos- electricidad del Estado de forma casi permanente.

El problema deriva de que a nuestras casas, la mía y la de mi vecina, la potencia que llegaba era muy débil, de forma que ni la bomba del agua funcionaba. La consecuencia era que para ducharse y usar electrodomésticos había que conectar el generador, que nosotros sólo teníamos electricidad en medio salón y el cuarto contiguo al dormitorio y el salón lo recorrían dos grandes alargadores: uno para llevar energía a la nevera, en la cocina, y el otro para poder conectar el ordenador; éste último lo subíamos por las noches para poder encender un ventilador o un aire en el dormitorio llevando la energía desde la habitación de al lado. Funcionaba un aire acondicionado en toda la casa y en la cocina teníamos puesta una lámpara a pilas sujeta con un imán a la campana extractora. Por supuesto, subíamos una botella de agua al dormitorio para lavarnos los dientes.

A esa rutina estábamos ya acostumbrados, tanto que cuando teníamos energía de nuestro otro proveedor, el Campo Sueco, por inercia encendíamos la lámpara de la cocina o subíamos con la linterna para acostarnos. ¿Por qué estas condiciones? Porque abastecernos con nuestra propia energía, con el generador, saldría más caro que vivir en un hotel-resort de lujo en el Caribe.

Pues bien, todo eso se ha acabado. Tras meses de quejas, de que nos cambiaran las conexiones para dejarlas peor, de que nos dijeran que teníamos que comprar un cable más grueso para llevar la electricidad hasta nuestra casa, de pedirnos que escribiéramos cartas, contratásemos más potencia... al final esa mañana un electricista eficaz fue a casa de mi vecina, cambió dos cables de sitio, hizo dos puentes y la luz inundó su casa. Me llamó conmocionada y me lo dijo. Oye, dile si puede venir a mi casa, le supliqué. Y amablemente vino.

En media hora, por arte de magia, la bomba del agua empezó a funcionar, las bombillas de casa se encendían todas y nos podíamos duchar en el baño principal. La pera. Sólo me cobró doce euros. Estuve a punto de abrazarlo de emoción. Conecté los aparatos olvidados, quité los alargadores y regletas y parece que vivimos de forma normal. Sólo puedo poner un aire acondionado de cada vez, pero ¿quién necesita más? Y a eso ya estaba acostumbrada. Pero a hacer los huevos fritos a la luz de una linterna gigante, pero linterna al fin y al cabo...

viernes, 12 de octubre de 2012

Una de Biomendé y los niños perdidos


Ésta es la casa de los niños perdidos

Supongo que se escribe así. Biomendé es un nombre de la tribu balanta, y así se llama una niña (aquí ya le dirían badjuda) de alrededor de 13 años que vive en la casa de al lado, ésa que está a medio hacer y no tiene ni puertas, ni ventanas, ni nada. Vive con los que llamamos los “niños perdidos”, Ericsson-Abeto (de ocho años), Djoti-Herculano (de doce), Nheti-Maio (de trece), dos jóvenes y dos señoras, una de unos cuarenta y otra mayor. Los llamamos los niños perdidos porque siempre están solos, jugando y paseando de un lado a otro.

Al principio, pensábamos que ella y los chicos eran hermanos. Un día, llegó una mujer más joven con un niño y un bebé; se quedó unos días y al marchar dejó a Guatna, con cinco años, al cargo de las otras; de eso hace casi un año. Ésa era la madre de Biomendé. El caso es que la señora mayor es madre de los jóvenes, la otra, de piel más clara (branca, le dicen aquí, je) es la madre de los tres niños, Guatna es su hermano –creo- y a Biomendé la dejó su padre (hermano de la mujer "branca") muy pequeña, como a él, para que los educaran aquí.
 

Biomendé con Guatna en la casa
Bueno, aquí está. Es tímida y trabajadora, delgada como un palo, muy menuda. Desde que la conozco, lava la ropa de todos los varones y hembras de la casa (las mujeres trabajan todo el día y llegan de noche), cocina para todos, cuida y ayuda a los niños más pequeños con los deberes, va a por agua mañana, tarde y noche… entre los días que no hay escuela –a causa de las múltiples huelgas- y los que se queda en casa para hacer tareas, aún no ha pasado de segundo de primaria. Es una de los cientos de niños dados en crianza por padres que no pueden –o no quieren- ocuparse de sus hijos y se terminan convirtiendo en criados de otras familias. Cenicientas africanas sin posibilidad de príncipes o princesas. En su caso, como en casi todos, la situación es bien triste: están separados de sus hermanos y padres, viven en condiciones precarias y trabajan como locos para sobrevivir.

Su situación en este momento nos preocupa, porque en la casa abandonada vive quien quiere y, además de esta mezcolanza familiar, muchos jóvenes y hombres expulsados de sus casas, “bandidos”, tirados y demás pasan temporadas en ese alojamiento. Ella, aunque está poco desarrollada, no es ya una niña, y en este país hay muchos hombres que consideran lícito “iniciar” a las badjudas en las relaciones “personales”. Entre otras cosas por eso hemos decidido pagarle la escuela, a condición de que vaya todos los días y elijamos el centro. No va a cambiar nada en su vida, no va a mejorar nada, pero al menos no estará sola en unas ruinas expuesta a cualquier situación. La señora de la piel branca que la tiene acogida me ha agradecido con su hijo mayor (uno que ya se emancipó) la ayuda que le he brindado, me ha pedido dinero y comida para los suyos y me han dicho que, si quiero, que me la quede. Ahí es nada. Me la regala!!! Ése es el valor de la vida en Bissau.

Por supuesto, no me la quedo. Si vive conmigo en Bissau y luego me voy y la dejo, ¿qué vida le espera? Y ¿cómo desarraigarla con trece años y llevarla, africana y analfabeta, a un país donde la escolarizarían en primero o segundo de secundaria, sin ayudas escolares, sin hablar el idioma, sin música, con tanta ropa encima, con otras costumbres tan diferentes, con frío, sin amigos ni muchas posibilidades de hacerlos? Porque soy profesora y veo lo que le pasa a esos niños cada día en los centros. ¿Qué clase de oportunidad es? ¿Qué haría eso por mejorar la vida de los cientos de niños “de criação” en este país? ¿Tendremos que llevárnoslos a todos?

Cuando fuimos a realizar la matrícula, descubrí el desconcierto de su vida: no sabe su apellido, no recuerda el nombre de su madre. Y los que me lo escribieron por ella, en la casa, no saben su año de nacimiento. ¿Cómo puede tener 13 años y haber nacido en el 2002? Así de borrosos son sus recuerdos y sus relaciones sociales. Su familia son ya las personas con las que convive, no queda rastro de nada más en su mente.

Lo cierto es que tiene muy pocas posibilidades. No es un caso especial, como ella hay muchos, pero esta niña nos toca de cerca porque es nuestra vecina. A veces va por la calle llorando porque ha discutido con Eva, una amiga, o con los niños de su casa, por ejemplo. Me ve y se acerca; Ima, me dice, le toco la cara o la cabeza y le digo: Biomendé, abó trabalha chiu (trabajas mucho), y me cuenta alguna pena en criollo, deprisa y avergonzada. Otra veces, pasea con Eva y sus hermanas o juega al fútbol. Si se arma de valor, nos pide chocolate "friu". Aquí quedará cuando nos vayamos, y engrosará la lista de los explotados infantiles que no llegan a nada, de los miles de analfabetos de este país. Al menos, espero que pueda por fin aprender a leer, escribir y hablar portugués. Tal vez eso le daría una mínima oportunidad en la vida.

martes, 9 de octubre de 2012

La crisis y la emigración

A pesar de que muchos disientan, desde que estoy en Bissau cada vez veo más similitudes entre la sociedad española y la guineense. Lo digo en serio. En este país africano, en crisis perpetua por los abusos de sus gobernantes, la falta de inversión real en el país y el abandono internacional por diferentes intereses, la sociedad ha ido degenerando lenta y paulatinamente practicando una renuncia silenciosa que llaman adaptación.

Me explico. La mayoría de los mayores de cuarenta años vieron una capital con calles asfaltadas, canalización de aguas limpias y sucias, luz eléctrica, paseos marítimos, hoteles de lujo, fábricas de coches… vale, escuelas pocas, pero de lo demás había bastante. Digo en la capital, no en el resto del país. Con los años, la Independencia, la Guerra Civil y los golpes de Estado, la ciudad se ha vuelto una población fantasma, de casas a medio hacer, calles con boquetes o directamente sin nada, convertidas en inmensos barrizales impracticables, con poca luz, con un agua pública de baja calidad, sin industrias destacables, con un puerto miserable en el que sólo trabaja una grúa… lo único que se mantiene es que, a pesar de que ahora hay escuelas, casi siempre están en huelga, así que el analfabetismo continúa.

Fueron renunciando poco a poco, imperceptiblemente. Hoy a esto, mañana a aquello. Los hospitales se convirtieron en ruinas, las empresas huyeron, la tabanca lo invadió todo… Ellos viven así. A pesar de todo, es un país hermoso; no creáis que no me gusta o lo desprecio, todo lo contrario. Pero quien tiene dinero y oportunidad, se marcha a buscar su suerte fuera. Por ejemplo, la mayor parte de los licenciados en medicina (la facultad depende en gran parte de Cuba y tiene buena fama) trabajan en Europa. Quien tiene dinero manda a sus hijos a estudiar fuera. Quien estudia fuera y puede, no vuelve. Así se van yendo los mejores, los que podían dar un giro a este país y hacer de él un lugar mejor. Sálvese quien pueda.

En España el camino no es diferente. El aparente poco interés y el abuso de nuestros gobernantes, la falta de inversión real en el país, la ausencia de control sobre subvenciones y ayudas por intereses desconocidos, ha llevado a la nación a una situación caótica. Los españoles van renunciando también poco a poco: menos horas de luz (los impuestos son muy altos), menos sueldos (hay mucho paro, no vamos a quejarnos), menos prestaciones sanitarias (co-pago, que no hay dinero), peor educación (masificación, falta de ayudas, descontrol de las reformas)… ha sido un trabajo silencioso, pero podríamos decir que desde que se consolidó el triunfo de la transición hemos ido lentamente renunciando a todo lo que la primera revolución democrática y la Europa del bienestar nos ofrecían.
 
Como en Bissau, todo el que puede se marcha. Empezando por el personal sanitario (médicos, enfermeros, fisioterapeutas…) que hace tiempo que emigra a lugares donde está más considerado y mejor pagado, hasta ingenieros, profesores, personal técnico cualificado… cualquier profesional de pro que pueda se larga con la música a otra parte. Por no hablar de los artistas e intelectuales, claro. Una generación de licenciados bien formados abandonará su tierra en busca de un mañana mejor, y dejará España vacía de futuro.

Esa es la verdad. Sálvese quien pueda. Todo lo demás, lo que dicen unos y otros, no tiene importancia ante estos hechos. Hace dos décadas, los jóvenes de provincias emigraban a las capitales, Madrid, Barcelona, hacia el progreso. Hoy, si preguntásemos, casi todos abandonarían su patria si tuvieran la oportunidad. Ahora España vuelve sus ojos a los países del norte: altísimos impuestos, buenos sueldos, eficaces prestaciones sociales y calidad de vida. Desengañaos. Gratis no se da nada. Y si tiene que pagarlo el Estado, es con nuestros impuestos. O así o nos lo sacan de las entrañas. A ver quién le pone el cascabel al gato.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Cap Skirring

 
Este año, para variar, nos ha entrado algo de agobio tal que "mira que no salimos nunca de aquí" y nos hemos propuesto hacer algunas excursiones para terminar de ver, al menos, lo visible de este país antes de que lleguen las vacas flacas (que están al caer). Ese sentimiento y la decisión de hacer algunos viajes menos a España con el fin de ahorrar un poco nos han impulsado a viajar hacia Senegal buscando el mar, la variedad y los precios ajustados.

De Bissau a Cap Skirring hay algo más de tres horas y media, dependiendo del tiempo que lleve pasar las fronteras y la necesidad de hacer alguna parada extra más. Es un lugar de turismo habitual de franceses y belgas, que viajan a la ex-colonia en temporada seca (de noviembre a mayo) buscando playa, sol, buenos precios y algún exotismo más. El resultado es una población pequeña llena de tiendas de artesanía, de hoteles, bungalows y apartamentos, de restaurantes y barecitos donde comer bien de forma económica: carpaccios, platos franceses, ensaladas variadas y postres y helados deliciosos; además, cerveza senegalesa (buena la Flag) y alguna belga. Ah! y vino. Francés casi todo, claro.

Nosotros hemos ido en temporada baja, lo que hace que la mayor parte de los establecimientos estén cerrados, incluidos alguno que otro muy lujoso donde alojarse sería un exceso pero da gusto comer. La diferencia de oferta y calidad entre dos lugares tan cercanos radica en la exigencia del turismo: mayor higiene, servicio esmerado, alimentos de calidad y más variedad, porque Senegal está mucho más surtido que nuestro país. Además, hay competencia, y eso es bueno para los viajeros, porque obliga a mejorar los servicios. Muchos de los expatriados y guineenses de pro viajan a este lugar para descansar y comprar productos  que en Bissau escasean o no existen. Los más aventureros viajan hasta Banjul, en Gambia (es sólo una hora más) y además de encontrar un turismo de lujo, casi de resort, compran electrodomésticos o llevan los animales al veterinario para tratamientos, castraciones, etc.

A lo iba de Cap. Para nosostros, el mayor lujo que tiene son las playas. No voy a decir que sean las más hermosas del mundo, el agua no es transparente -en absoluto- y la arena no es blanquísima. Las olas baten con fuerza y es peligroso bañarse (con marea baja hay rayas) y alejarse de la orilla. La razón: es mar abierto, no hay barreras de coral que protejan las costas y casi cualquier bicho puede llegar a la orilla. Pueden encontrarse muertos peces globo o jóvenes delfines. Los pescadores, desde la arena, capturan pequeños escualos.

Entonces, ¿cuál es el lujo? Cielos recién estrenados, limpísimos, brisa marina constante que te libera del calor y de la mayor parte de los insectos (de las hormigas no, claro) y cientos de quilómetros de playa libre para pasear, sólo compartida con perros y vacas, y los nativos que por las tardes y a primera hora de la mañana acuden a hacer deporte y a jugar al fútbol.

Tuvimos tres días de descanso continuado: largos paseos con las perritas, que esta vez vinieron con nosotros y al principio parecían oxidadas, lectura, comidas tranquilas... ¡Hacía tanto que no caminábamos horas! Y amenas charlas con amigos y conocidos residentes en Bissau en un entorno familiar y algo bohemio. No se puede pedir más por cuarenta euros la noche.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Quinhamel



Cuando dije que venía a vivir a Guinea Bissau, mis amigas me repetían eso de "yo tuve una granja en África" de aquella famosa película de Sydney Pollack, tarareando la melodía principal de la banda sonora. Bueno, ojalá yo fuera Meryl Streep y creo que en nada se parece la sabana a esta densa selva tropical. Rara vez cuento episodios que suenen a exótico y romántico en este país, que rememoren el colonialismo. Es cierto que los problemas diarios esconden muchas veces el encanto de este lugar; que los árboles no te dejan ver el bosque, vamos.

Hoy voy a hacer referencia a uno de esos lugares que te recuerdan que estás en África y que "vivimos como ricos". La ciudad, creo que ya lo he comentado, como el país, vive de espaldas al mar. No hay paseos marítimos ni playas de arena blanca en las que sofocar el calor. Ello hace que la mayor parte del tiempo suframos una especie de claustrofobia visual. El terreno es llano y la selva, cerrada y verde, lo invade todo; los manglares y campos de cultivo abarcan lo el ojo puede ver y nos privan del horizonte. Yo, a veces, subo a la terraza más alta de la casa para poder descansar la vista fijándola en el infinito. Mucha gente no es tan afortunada.

En parte por eso muchos domingos nos vamos a Quinhamel. Es una localidad sin ningún atractivo especial, no más que Ilondé u otras que están en el camino, aunque posee dos peculiaridades que la hacen muy apreciada; la primera, aloja una cooperativa en la que se hacen tapices y paños muy bien trabajados en grandes telares; la segunda, ofrece diversos lugares para comer. Uno de ellos está dentro de esta cooperativa, ARTISSAL, con una piscinita y sala de reuniones; otro, un poco más adelante y dentro ya del "mato", que pertenece a un portugués y ofrece ostras de, al parecer, buena calidad (aquí llaman ostras a un molusco que parece un híbrido entre una ostra y un mejillón, es muy apreciado por la población en general), y un tercero, el Mar Azul, que pertenece a varios socios, uno de ellos libanés.

El Mar Azul posee algo excepcional, algo con lo que difícilmente pueden competir otras instalaciones: el horizonte. Sus propietarios han comprendido lo importante de ofrecer a sus clientes, además de una comida buena y una piscina encantadora -incluidos bungalows donde alojarse de forma digna pero sin pretensiones- una terraza abierta al meandro de un pequeño río en el que se balancean distraidamente algunos barcos (un catamarán, una lancha y alguno más) que pueden alquilarse para salir a pasear o pescar. El cauce fluvial del Quetaxé (o Cunchuntum, no sé muy bien, están todos juntos en el mapa) es amplio a la vista, mucho, tanto que me costó entcontrarlo en el plano, porque en él, comparado con otras corrientes más caudalosas, aparece como una fina línea, y la curva descrita por el agua nos hace sentir cerca del mar.

Es poco más lo que hay que vender a una población sedienta de descanso. Una terraza cubierta donde la lluvia no entra, camarões y ostras a la brasa, cerveza fría y horizonte para disfrutar: cielo azul, agua y tierra a la vista. Nos hemos vuelto aficionados a ese lugar. Casi todos los domingos huímos hacia allí con algún amigo o conocido, dispuestos a relajarnos. Su atractivo es igual para blancos y negros. Es la parte colonialista. Indios que juegan al criquet y al waterpolo, africanos con sus familias, árabes, chinos, europeos... nos congregamos en los días de la estación húmeda esperando ver el sol y el más allá, aprovechando los ratitos de luz radiante para darse un bañito en la piscina o en la playa lodosa del río, paladeando peces recién pescados, hummus, arroz y patatas fritas en aceite de oliva entre palmeras, cajú y cientos de pájaros amarillos que anidan en los alrededores. Faltan el concierto para clarinete de Mozart y la música de John Barry para soñar con el paraíso. Todo un lujo africano.

jueves, 27 de septiembre de 2012

De la corrupción, el disimulo y la ostentación

Cuando llegamos a Bissau nos escandalizaba el descaro con que el aparato del gobierno funcionaba. Los sobornos y pagos silenciosos, la apropiación de bienes públicos, la desaparición de miles de millones de subvenciones que nunca llegaron de verdad al país. Pensábamos que era un lugar tercermundista. Ja.

A raíz de un artículo que llegó por internet, en el que una corresponsal alemana hablaba de la crisis española a sus compatriotas en términos de corrupción y perversión del sistema, la reflexión que ya latía dentro de nosotros (África empieza en los Pirineos) se hizo abierta y manifiesta. Sabemos que en España hay una corrupción feroz, despiadada, que ha llevado a lugares desconocidos miles de millones de fondos de la Unión Europea que no han creado riqueza ni estructuras modernas (aparte de las carísimas autopistas y el AVE), que no han generado industria, que han subvencionado modos de vida no productivos. En España, en Italia, en Grecia, en Portugal. Recibimos dinero y nos dejamos hacer.

Por si esa conciencia fuera poca, la certeza de los últimos acontecimientos en España, vista desde lejos, es desoladora. Un gobierno que se jacta de recortar presupuestos y se aplaude a sí mismo en lugar de comprender, lamentar y manifestar algo de "empatía" (¿sabrán lo que es?) por los que lo pasan mal, muy mal. Un sistema no democrático -no elegimos a nuestros representantes- que se basa en el feudalismo: un jefe que dice quién entra y quién sale de la foto y que no debe responsabilidades a nadie (eso va por todos nuestros partidos, ¿eh?, que todavía no los he visto a todos juntos exigir listas abiertas). Un sistema en el que una persona no es un voto, es lo que valga la autonomía en que viva o la ideología que represente. Un sistema en el que no hay transparencia ni, por qué callarlo, vergüenza.

El Gobierno de turno, esta vez del PP, lanza la policía contra los manifestantes con la clara intención de matar dos pájaros de un tiro: ensuciar la imagen de las únicas fuerzas de seguridad democráticas del Estado y asustar a los discrepantes. Estoy segura de que hubo provocadores, sí, pero de todo color y cariz: sé de muchos radicales de ambos lados (izquierda y derecha) que buscan la confrontación para sacar provecho propio. En el medio, la masa ciega que brama sin saber y que se deja llevar de un lado a otro, con sensación de oveja: ahora grito contra unos, ahora protesto contra otros.

Los recortes más descarados de la historia reciente de España, una vez desprestigiados los pilotos, los constructores, los albañiles y fontaneros, los profesores, los médicos, los funcionarios y tal (oiga, cada vez quedan menos para emponzoñar), destruida la clase media y llevada hacia la indigencia, hablan de reducción de derechos y aumento de impuestos. Mientras, el Parlamento aprueba un bono taxi de más de dos mil euros por diputado al año, aumenta la subvención de la cafetería del Congreso, paga multas de estacionamiento a los coches oficiales, destina dinero público para el pago de plazas de aparcamiento en aeropuertos...

El descaro es lo que hace la corrupción más evidente. Es esa eterna sensación de ser omnipotente, indestructible y todopoderoso lo que lleva a nuestros políticos a semejantes desfachateces. No es que estén bien o mal, es que hay que saber guardar las apariencias en tiempos tan complicados. Les fallan las formas por prepotencia. No somos tan distintos de Guinea Bissau. Y ni siquiera protestamos juntos no siendo que vayamos a parecer de otra ideología. Como si el problema fueran la derecha o la izquierda, y no la corrupción del sistema. Qué pena de país.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Camino de Quinhamel

Paseíto matutino

Aves amarillas (las hay a cientos en un árbol)

Reciclaje de verdad

La que suscribe el blog

Así es, de verdad, la selva aquí. Cerrada cerrada

Otra avecilla del camino

Con pinturas tradicionales en reunión de mujeres y niños

Tronco del famoso baobab

Esto sí es algo: fútbol domignuero



A ver si encontráis la cabra (está, de verdad)
Aquí no hay que buscar nada. Los cinturones de seguridad ;P

Refugiándose del sol camino del partido de fútbol

viernes, 14 de septiembre de 2012

Tan "agustito"

Viernes noche. Mi husband tiene una cena de trabajo y me he quedado sola en casa, como en la película pero sin ladrones. Como tengo la conciencia tranquila porque ya he terminado mis dos semanas de formación a profesores, he estado todo el día husmeando en Internet en busca de recetas de cocina, viendo vídeos de canciones antiguas argentinas (si se calla el cantor y otras similares) y remoloneando ante el ordenador.

Aquí, pensando en cómo pasar la noche del viernes, se me ocurrió poner en práctica una receta que encontré esta mañana: yuca brava. La misma historia de las patatas bravas pero con yuca cocida y luego frita. Apañé dos mandiocas o yucas que se estaban pudriendo en la encimera y me lancé al plato en cuestión. He de decir que había hecho muchas recetas de salsa brava, pero como la de hoy, ninguna; la bajé de un programa de RNE, Cocinar y cantar.

En fin, que como la salsa quedó estupenda me he dado un homenaje comiendo un suculento plato de yuca brava regado con una deliciosa cerveza Super Bock bien fría y en vaso helado. Con un leve aire acondicionado para compensar la elevada humedad. Un lujo asiático, que diría una amiga mía. Ahora sólo tengo que encontrar una buena peli (Greenaway tiene todas las papeletas, es él o una de dibujos animados) y dejar que le jour s'ecoule mientras llueve mansamente y la tormenta ruge ensordecida alrededor. Pequeños placeres..

martes, 11 de septiembre de 2012

Nostalgia

Hoy ha llegado el contenedor con los enseres de un español que llegó en agosto y vive al lado de mi casa. El aviso de la llegada, repentino y deseado, iluminó la cara de su mujer, que estaba tomando café conmigo. A la hora ya había un largo camión afincado en la puerta de su casa, un montón de gente descargando cajas, el transitario, el encargado, el chofer del español, un colega guineano, algunos seguranzas y, por supuesto, nuestros niños perdidos, bailando y retozando alrededor. De fondo, una inmensa tormenta tronaba largamente.

Ver la precipitación, la algarabía y la capacidad de congregación del evento me hizo rememorar el día en que llegó el nuestro, hace casi un año ahora. Teníamos, como ellos, la casa vacía convertida en un eco continuo cada vez que hablábamos, y añorábamos un sofá donde pasar las tardes, los libros, las películas y alguna menudencia más (mis cacharros de cocina, of ourse). Incluso la fecha es relevante, como ocurrió con nosotros

Ese recuerdo me llenó de nostalgia. ¿Hace ya un año que vivo aquí? El tiempo vuela. Lo cierto es que, como no me había fijado metas más allá de la adaptación y lograr que la casa tuviera un nivel digno de habitabilidad, el balance es positivo. Si acaso, lamento no saber hablar más criollo, que ha ido perdiendo importancia ante la necesidad del portugués y el francés en otros ámbitos de la vida. Incluso, del inglés. Y tampoco empecé la huerta famosa, y eso que todo brota en cuanto le enseñas un grano de arena. Me lo apunto como deberes.

Este año empieza con tarea (estoy colaborando con una cooperativa de profesores) y eso me anima mucho. En el examen salen también como logros positivos haber logrado tener relaciones personales al margen de mi pareja, es decir, tener vida social autónoma; manejarme con cierta soltura por la ciudad, que mis perritas están sanas a pesar del clima y seguir siendo, sin pretensiones, feliz. Ah, y que aún me encanta ver el ambiente de la ciudad y de Bandim cuando cae la tarde. Si no ha perdido embrujo esa sencilla rutina, es que aún hay cosas en Bissau que pueden fascinarme.

Tal vez un día publique una de esas entradas que escribí cuando aún no tenía muebles y que me recuerda lo curioso de este lugar. Sólo para echar una sonrisa nostálgica.

lunes, 10 de septiembre de 2012

El curso en España

Estos días ha comenzado el curso escolar en España con exámenes, evaluaciones, matrículas, organización escolar, horarios... Desde la información que me llega, con nuevas normativas que aún está por ver cómo afectarán a la calidad de la enseñanza. Supongo que, además, con la crisis en el aire, habrá miedos e incertidumbres que se añaden a la certeza de la nueva bajada de sueldos.

Cuando era niña, había un dicho que era: "ganas menos que un maestro de escuela". En verdad, mis padres, que eran maestros, ganaban entre los dos menos que mi tío, que era delineante en el antiguo Ministerio de Agricultura. Los cuatro hijos heredábamos ropa, libros y bicicletas y hacíamos uso de las bibliotecas públicas para cumplir con las obligaciones de los libros de lectura. Cuando los demás ya usaban "rotring" para el dibujo lineal, nosotros aún utilizábamos tiralíneas y tinta china. Eso me recuerda, también, lo torpe que era con esa técnica -tengo muy mal pulso- y lo mayor que soy. Las matrículas de los estudios (por ejemplo, la universidad) eran gratuitas, pero no tenías derecho a beca, lo que hacía que la adquisición de material escolar o estudiar en otra ciudad fuera muy oneroso para nuestros padres, que tuvieron tres hijos a la vez estudiando fuera. Luego, los sueldos comenzaron a equipararse a los de los demás trabajadores y la cosa fue mejor.

Parece que ahora, dispuestos a deshacer entuertos pasados, el Gobierno se ha empeñado en no discriminar y dentro de poco se dirá "ganas menos que un funcionario". La bajada de sueldos de los funcionarios (incluso de los que no lo son -los más- pero son llamados así por ignorancia) toca a todos ellos en un año en el que las tasas de matrícula aumentan, el IVA aumenta, el precio del material escolar aumenta, el precio del transporte aumenta, el pago de muchos tratamientos médicos y ortopédicos se comparte... Es un panorama difícil y desmotivante. Volver a trabajar con el futuro negro, no sabiendo si te recortan o te desplazan, después de años preparando unas oposiciones que ahora son más duras casi que las de judicaturas, hará que el regreso se ponga cuesta arriba.

Es cierto que, al menos, los funcionarios tienen trabajo -por ahora-, pero dará una inmensa tristeza ver cómo ha ido bajando también la calidad de vida de los alumnos y sus familias, las dificultades cotidianas para subsistir, que siempre se dejan traslucir en la vida escolar; la impotencia por no poder hacer nada para colaborar, porque la Administración limita el margen de ayuda pero no la obligación de gasto por padre en cada hijo, que crece de día en día. A ello se unirá el aumento de alumnos por aula (que incluso en los centros concertados empieza a ser exagerado) y la disminución de recursos. Para mí esto tiene una lectura: se baja la calidad de la educación y se reduce la posibilidad de recibir una formación adecuada, restringiéndola a unos pocos centros y unas pocas familias. Se acabó la igualdad de oportunidades.

Es cierto que antes teníamos casi cuarenta en clase y no pasaba nada; yo empecé así. Pero eran niños sin tecnología y que no decían ni pío en el aula. Que si no estudiaban o atendían, al menos no molestaban (consuelo poco pedagógico, por cierto). Por el camino se quedaban los malos o los torpes, que se iban a trabajar. Ahora la ley los obliga a estar en los centros hasta los dieciséis quieras que no y la falta de trabajo los deja dentro mucho más tiempo, sin intención de estudiar, sólo recogidos como en una guardería esperando a que pasen los años y el temporal.

Por eso, desde aquí, quiero mandar un fuerte abrazo a todos los que empiezan ahora el curso escolar: profesores, directivos, alumnos, familias, personal no docente... un abrazo y muchos ánimos. Quizá todo esto sirva para volver a hacernos responsables y dar valor a lo que verdaderamente importa. Me quedo con eso: este esfuerzo podrá -tal vez- recuperar el valor de la enseñanza y del esfuerzo colectivo, de familias y docentes, en el futuro de todos. Valor y al toro.